Cicerón, alabanza de la dignidad

Para Cicerón, hay que actuar con dignidad y esto merece alabanza. Aunque haya otro tipo de hombre que se mueva por el propio beneficio.
Para Cicerón, hay que actuar con dignidad y esto merece alabanza. Aunque haya otro tipo de hombre que se mueva por el propio beneficio.

 

Marco Tulio Cicerón (106 a. C. – 43 a. C.) fue un orador, político y filósofo de la Roma clásica. Se inició en el mundo del Derecho y de los jurisconsultos, llegando a ocupar puestos de relevancia política. Destacan su dotes para la oratoria que son muy alabadas.

De su obra, se puede considerar que tiene influencias estoicas con dosis de escepticismo. Escribió las famosas Filípicas, para criticar la política de Marco Antonio. A continuación comentaremos algunos fragmentos de Cicerón desde la perspectiva de Estrategia Minerva.

Prudencia

“La prudencia es la ciencia de las cosas buenas y de las malas y de las que no son ni una cosa ni otra. Sus partes: memoria, inteligencia, previsión” (Cicerón, De la invención de la retórica).

La prudencia es una virtud humana central para la ética. Algunos consideran que tiene un papel clave en la inteligencia práctica, frente a otras virtudes más intelectuales o teóricas. Prudencia es sinónima de templanza, cautela, moderación, sensatez, buen juicio.

La prudencia es también un elemento clave para todo buen estratega. El éxito de un determinado plan depende de la correcta adecuación entre medios y fines y de haber tomado medidas para prevenir situaciones adversas. La prudencia lleva a intentar disponer de información sobre la otra parte y de su comportamiento en situaciones precedentes. La prudencia conlleva realizar previsiones sobre los diversos cursos de acción posibles y tener prevista una respuesta adecuada en cada caso.

La prudencia supone ser diligente defendiendo las propias visiones y no asumir nunca riesgos innecesarios, que podrían, al final, perjudicarte.

Justicia

“La justicia es el hábito de ánimo que, conservada la común utilidad, atribuye a cada quien su propia dignidad” (Cicerón, De la invención de la retórica).

El art. 1 Constitución alemana establece: “la dignidad humana es intangible. Los poderes públicos tienen el deber de respetarla y protegerla”. La Real Academia española define intangible como lo “no puede y no debe tocarse”. La dignidad humana es un valor básico del sistema jurídico y los sistemas éticos. Afirmar que los seres humanos son igualmente dignos es una de las conquistas de la contemporaneidad.

Al hablar de dignidad humana, es necesario hacer referencia a las polémicas entre deontologismo frente a utilitarismo. En concreto, a las situaciones propias del utilitarista donde se sacrifica a uno por la mayoría. El deontologismo siempre defiende el principio de inviolabilidad, conectado con el de dignidad humana. Mientras el utilitarismo justifica sacrificar a uno por el bienestar general de la mayoría.

Fortaleza

“La fortaleza se ha considerado la aceptación de los peligros y el padecimiento de los trabajos. Sus partes: magnificencia, confianza, paciencia, perseverancia” (Cicerón, De la invención de la retórica).

Esta virtud es relevante para el éxito de un plan de acción. Los objetivos se alcanzan porque hay trabajo detrás. Se debe perseverar en las metas propuestas de una forma característica con rigor. Debemos ser una persona fiable y que trasmita confianza. La Ley del Mínimo Esfuerzo, universalmente conocida, puede funcionar a corto plazo, pero a medio y largo plazo no es la mejor compañía. El esfuerzo, en algún momento, tendrá su recompensa.

Dignidad

“Hay dos géneros de hombres: el primero, indocto y agreste, que prefiere siempre la utilidad a la honestidad; el segundo, humano y pulido, que antepone a todas las cosas la dignidad. Y así, a este género se propone alabanza, honor, gloria, fe, justicia, y toda virtud; y aquel primero, el provecho y fruto de la ganancia” (Cicerón, De la partición de la oratoria).

Aquí tenemos otro sentido para la dignidad, es de honradez. Efectivamente hay dos tipos de hombres: quienes buscan su utilidad y su provecho y otros que tienen comportamientos dignos y honestos. Desgraciadamente, esta clasificación está de actualidad con el comportamiento de algunos políticos.

Cabe reivindicar, como hace Cicerón, la alabanza de los comportamientos dignos. En ocasiones, parece que determinados valores sociales justifican visiones cortoplacistas y del beneficio rápido o, simplemente, consideran que la ética no se aplica en determinadas esferas de la vida. Frente a eso, hay que poner de moda la cultura del esfuerzo y las virtudes del trabajo bien hecho.

En esto son relevantes los Códigos deontológicos y de Buenas Prácticas, que también afectan a la política. En la época clásica, una de las peores penas que se podían infligir era por delitos de corrupción, ya que se consideran que la dedicación pública era el mayor honor para un ciudadano.

Los comportamientos dignos provienen de la honestidad en los valores y las acciones y de un sentido genuino de servicio público. Aunque como sostiene Cicerón hay dos clases de hombres, no siempre se sabe con quien vas tratar, pero sí sabemos cómo valorarlos.

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