Séneca, el arte de hacerse bueno

Séneca recomendaba para alcanzar la sabiduría la coherencia entre palabras y acciones
Séneca recomendaba para alcanzar la sabiduría la coherencia entre palabras y acciones

 

Lucio Anneo Seneca fue un pensador, orador y político en la época del Roma imperial. Nació en Córdoba, en el territorio conocido entonces como Hispania, en el 4 a. C. y murió en Roma 65 d. C. Su influencia y poder fueron notables y si dieron de forma intermitente en su vida ya que fue condenado varias veces a muerte y a exilio. Su adversarios le temían por su poder de oratoria e influencia. Vivió la alta política romana durante décadas y su biografía se une a nombres como Calígula, Claudio y Nerón. De este último se convirtió en su tutor. Fue enemigo de Mesalina, primera mujer de Claudio, pero aliado de la segunda, Agripina.

Es particularmente interesante en la personalidad de Séneca, como ocurre con otros grandes pensadores, que conociendo de cerca el mundo de la política, en uno de sus exilios, empezara a escribir y reflexionar. Es una interesante combinación entre Teoría y Práctica. Es conocido por ser un exponente del estoicismo con algunas particularidades. A continuación analizaremos algunos de sus ideas en la obra Cartas a Lucilio desde la perspectiva de Estrategia Minerva Blog.

Indicio de sabiduría

“El mayor deber de la sabiduría, y su mejor indicio, es éste: que los hechos concuerden con las palabras, que uno siempre sea el par e igual de sí mismo” (Séneca, Cartas a Lucilio, 20.2).

La mejor forma de entender estas palabras es una reivindicación de la honradez y la integridad. Aunque parece que no están de moda, son valores relevantes para que la sociedad funcione bien. Es relevante que esta coherencia entre hechos y palabras suponga que las personas tienen proyectos y buscan desarrollarlos de la mejor forma posible, con integridad. Cabe hacer dos reflexiones desde el punto de vista estratégico:

La primera es que la sabiduría puede ser sinónima de honradez, pero también de la prudencia. En determinadas ocasiones, cabe estar prevenido ante determinados discursos vacíos que no se corresponden con hechos. Y, más concretamente, juzgar especialmente a las personas más por sus acciones, que por sus palabras. Una vez más, la clave es cómo defenderse ante un comportamiento maquiavélico.

La segunda tiene que ver con la fuerza civilizatoria de la hipocresía, una idea de John Elster. Esta visión significa, en contextos deliberativos, que la mayoría utiliza argumentos que parecen imparciales, pero que de hecho, les favorecen. Son hipócritas que pretenden ser justos, cuando realmente son auto-interesados. La visión de Elster con este esfuerzo por transformar los argumentos en imparciales, las minorías salen ganando. En nuestro contexto, cabe plantear como interesante que la hipocresía tenga una fuerza civilizatoria, pero es bueno insistir en valores como integridad y honradez, como parte la confianza necesaria para vivir en sociedad.

Recordar, saber, enseñar

“Una cosa es recordar y otra saber. Recordar es guardar una cosa bajo la custodia de la memoria; por el contrario, saber, es apropiarse a algo y no estar pendiente del modelo ni volverse constantemente para mirar al maestro: “Zenón dijo esto, Cleantes lo otro”. Que algo medie entre tu y el libro: ¿hasta cuándo aprenderás? Empieza ya a enseñar” (Séneca, Cartas a Lucilio, 33.8-9).

La mejor forma de aprender algo es verse en la necesidad de tener que enseñarlo a alguien. En los últimos años, los métodos de aprendizaje están cambiado la manera de concebir la enseñanza. La educación estaba basada en la memorización, en la repetición de ideas y en una visión jerárquica del conocimiento. Actualmente se parte del método de que se debe enseñar a resolver problemas o utilizar herramientas y conceptos donde el profesor es un mediador o intermediario del conocimiento.

Se debe enseñar a cómo pensar de una determinada manera, utilizando bien las técnicas necesarias. Pero no sólo se trata de eso, sino de desarrollar el sentido crítico. Conectar los conocimientos técnicos en una disciplina, con una visión humanística más amplia, con tenga en cuenta las implicaciones éticas, medioambientales, políticas, sociales…De esa forma, se llegará a “saber” , combinando ser un buen profesional y un buen ciudadano.

El arte de hacerse bueno

“La naturaleza no da la virtud: llegar a ser bueno es un arte” (Séneca, Cartas a Lucilio 90.44).

Este podría ser el lema de un proceso educativo. Los buenos hábitos, de forma continuada, convierten un carácter en virtuoso. Los pequeños detalles, que se repiten, forjan el alma. Conseguir ser bueno es el resultado de un esfuerzo educativo. Lo mismo se podría decir del dominio de una técnica. Se puede considerar que la práctica y la experiencia son un elemento esencial para convertirse en experto en una técnica.

Viajar por fuera y por dentro

“Importa menos dónde vas que con que disposición vas; por eso no debemos consagrar el alma a un solo lugar” (Séneca, Cartas a Lucilio, 28.4-5).

A veces se comenta que todos los viajes tienen algo de viaje interior. De esta forma, viajamos en el espacio, pero también depende de cómo está nuestro mundo interior, viajamos con nuestras propias emociones.

Séneca, sigue la senda estoica cosmopolita, y nos invita a abrir al alma a diversos lugares. Seguro que los viajes enriquecen nuestra forma de ver la vida y pueden aportarnos buenos motivos para seguir el camino, valorando otras realidades. Viajar es conocer a los demás y es relevante partir con una disposición abierta y constructiva. Viajar es, también, conocerse a uno mismo y percibirse en el complejo mundo de los seres humanos.

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