Sócrates, camino a la excelencia

Sócrates hace una invitación a la sabiduría o buscar los modelos de excelencia
Sócrates hace una invitación a la sabiduría y a buscar los modelos de excelencia

 

Para algunos Sócrates es el primer filósofo propiamente. Al menos le dio origen a la palabra Filosofía como “amor por el saber”. Existe el denominado problema Sócrates ya que no dejó ninguna obra escrita y solo quedan testimonios en las obras de Platón y Jenofonte que, en ocasiones, difieren en sus interpretaciones.

Uno de los rasgos de la filosofía socrática es el intelectualismo. Según Guthrie esto se basaría en tres tesis que están interrelacionadas: a) la virtud es conocimiento; b) su inversa, que el mala obrar solo puede deberse a la ignorancia y en consecuencia debe considerarse involuntario; c) el “cuidado del alma” como primera condición para vivir bien.

A continuación analizaremos las tesis socráticas según la perspectiva de Estrategia Minerva Blog.

Virtud es conocimiento

En la Grecia clásica, el areté tenía que ver con la perfección al realizar determinada actividad. Era determinadas dimensiones que se vinculaban con modelos de excelencia. Las virtudes representan la forma de traducir en concreto ese areté, ese modelo de excelencia.

Sócrates termina por identificar el areté con el saber y el conocimiento. La perfección del ser humano es la sabiduría. De ahí, que según su visión, las malas acciones son fruto de la ignorancia.

Es interesante asociar las diferentes actividades humanas y la vida en su conjunto con modelos de excelencia. Esto se relaciona habitualmente con el enfoque de la ética de las virtudes, que tiene una interesante aplicación en la ética profesional. Sócrates vinculó intrínsecamente excelencia y sabiduría.

En la actualidad, se apela en ocasiones al discurso de la excelencia pero se asocia a resultados, cifras, consecuencias…cuando lo auténtico es vincular la excelencia con el carácter y las virtudes. Para lo cual es necesaria una cultura de las organizaciones que sea un buen campo de aplicación del cultivo de las virtudes individuales y de grupo.

Sin embargo, esto puede ser visto como muy exigente. De ahí que esta visión de Sócrates sea tildada de intelectualismo. El quid de la cuestión es cómo trasladar el consenso sobre un modelo de la excelencia de la Teoría a la Práctica. Una vez más, cómo internalizar la excelencia o, como los clásicos, cómo es la mejor forma de enseñar la virtud.

Para algunos, el areté es arte de vivir bien. Sócrates supone un giro en la Filosofía. La suya es una invitación a la sabiduría, a ser mejores, un camino a la excelencia. Quien se aparte de ese camino será por ignorancia o de forma involuntaria. Quien conoce, quiere ser virtuoso.

El mal obrar se debe a la ignorancia o es una acción involuntaria

Las perspectiva socrática no tiene en cuenta la debilidad de voluntad o akrasia. Es decir alguien que conoce que algo es perjudicial e igualmente lo realiza. Según Sócrates, o es ignorante o es un acción involuntaria. Esto estaría vinculado a algunas situaciones donde estaría justificado el paternalismo jurídico.

Desde la actualidad, esto se puede ver como un exceso de racionalismo o ingenuidad. Aunque ya recibió críticas en su tiempo, como estas palabras de Aristóteles:

“Es irracional suponer que un hombre que actúa injustamente no quiera ser injusto, o que un hombre que se porta disolutamente no lo sea” (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1114 a11

El “cuidado del alma” como primera condición para vivir bien

Alimentar el espíritu como un camino hacia la excelencia. Valorar las cosas realmente importantes en la vida. Encontrar el dominio de las técnicas para cumplir con los objetivos. Buscar la autenticidad y la integridad en uno mismo y en los demás. En palabras de Sócrates:

“No me ocupo de otra cosa que de exhortaros a vosotros, jóvenes y viejos por igual, a que vuestros cuerpos o el dinero no os absorban más, ni siquiera tanto como vuestra alma y la forma de hacerla lo más buena posible”. Platón, Apología de Sócrates, 30a

Sócrates se convirtió en “amante de la sabiduría”, en filósofo. Su exigencia es a conocer bien, a acercarnos a la sabiduría y, sobre todo, aplicar lo sabido en la vida práctica. Es un camino a la excelencia.

 

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