Gorgias, el arte de la persuasión

Gorgias era un maestro de oratoria que utilizaba múltiples recursos para convencer con sus argumentos
Gorgias era un maestro de oratoria que utilizaba múltiples recursos para convencer con sus argumentos

 

Gorgias nació en Leontinos y fue enviado en 427 a.C. a Atenas. Allí ejerció una profunda influencia en su vida intelectual, como se comprueba en las obras de Tucídides o los Diálogos de Platón. Recibió la influencia de Empédocles. Como buen sofista, era un maestro de retórica, de la que escribió varios manuales.

Como se recoge en la Suda: “fue el primero que dio a la vertiente oratoria de la educación fuerza expresiva y una base teórica: hizo uso de tropos, metáforas, alegorías, hipálages, catacresis, hipérbaton anadiplosis, epanalepsis, apóstrofes, parisosis. Cobraba a cada discípulo cien minas. Vivió ciento nueve años y compuso muchas obras” (Suda, s.v. Gorgias).

El arte de la persuasión

En un diálogo platónico se atribuye a Protarco la siguiente afirmación: ”Pude oír decir…muchas veces a Gorgias que el arte de la persuasión difiere mucho de todas las artes. Porque todo queda sometido a la esclavitud que ella le impone, por medios voluntarios, no por violencia” (Platón, Filebo 58a).

De esta forma, Platón atribuye una gran poder -que denomina esclavitud- sobre las personas al arte de la persuasión, por medios voluntarios y no violentos. Es decir, las personas voluntariamente se convierten en esclavos de los demás gracias al uso de determinados argumentos persuasivos. Ante lo cual cabe dos estrategias:

La primera estrategia –ofensiva- es dominar el arte de la palabra para conseguir los objetivos propuestos. Desarrollar la capacidad para hacer un discurso atractivo, fiable y entusiasta. Hablar en el nivel racional y en el nivel emotivo, también con el lenguaje corporal, para convencer a los demás de la idoneidad de nuestras propuestas.

La segunda estrategia -defensiva- es detectar el uso de la persuasión en los demás y ser capaz de analizar separadamente el fondo y la forma del discurso. Estar especialmente atento al uso del lenguaje emotivo o de figuras retóricas. Analizar fríamente las alternativas de los diferentes cursos de acción posibles. No realizar ataques directos, pero tampoco adhesiones inquebrantables. Mantener siempre la independencia de criterio frente a usos retóricos persuasivos.

El poder del humor

En su obra Retórica, Aristóteles afirma que “Gorgias, en una recomendación acertada, afirmó que hay que destruir la gravedad de los adversarios con el humor y su humor con gravedad” (Aristóteles, Retórica, III, 18, 1419 b3).

Recordando el argumento de El nombre de la rosa de Umberto Eco donde el poder del humor jugaba un elemento clave, podríamos afirmar que el humor puede jugar el papel destacado para eliminar tensiones. Algunas teorías sostienen que decimos con humor lo que no nos atrevemos de decir en serio. Así el humor funcionaría como válvula de escape.

Pero la segunda parte de la afirmación es también digna de análisis: destruir el humor de los adversarios con gravedad. El sentido del humor es la capacidad de reírse de uno mismo y, a partir de allí, hacerlo de los demás. Sin embargo, existe un humor fácil que redunda en estereotipos sociales y fomenta estigmas, especialmente con los que pertenecen a las minorías. Ese humor de trazo grueso, refuerza los tabús, se le combate con educación, inteligencia y sentido común.

¿Nada existe?

Una de las afirmación más famosas de Gorgias es la siguiente: “en el libro intitulado Sobre lo que no es o sobre la naturaleza desarrolla tres argumentos sucesivos. El primero es que nada existe; el segundo, que aún en el caso de que algo exista, es inaprehensible para el hombre; y el tercero, que, aun cuando fuera aprehensible, no puede ser comunicado, ni explicado a otros” (Sexto Empírico, Contra los matemáticos, VII 65 ss).

Parece ser que estas tesis de Gorgias era un ataque a las visiones de Parménides. Aquí se unen la capacidad retórica, atribuida los sofistas, con el uso del sentido del humor. Aunque cada uno de estos argumentos va acompañado de una serie de razonamientos justificatorios, se podrían analizar como ejemplo de una fina ironía.

Cabe, no obstante, hacer una reflexión sobre Teoría y Práctica. Si se aceptan estas premisas de Gorgias se cae en el solipsismo, la creencia de que lo único que se puede estar seguro es que “solamente yo existo”.

La cuestión es que para fundamentar unos valores éticos es mejor partir de otras bases –intersubjetivas u objetivas-. O desde el punto de vista pragmático, la cooperación con los demás se conseguirá mejor si se tiene en cuenta el punto de vista de los Otros.

Una Teoría que aboca al solipsismo es una mala estrategia para la Práctica. Es preferible una Teoría basada en valores intersubjetivos, abierta al diálogo, a aprender de los demás y construir juntos un futuro mejor.

Protágoras, virtud como aprendizaje

El metro de Platino iridiado de París es el patrón de medida. El canon mítico para los seres humanos no debe aplicarse de la misma forma.
El metro de Platino iridiado de París es el patrón de medida. El canon mítico para los seres humanos no debe aplicarse de la misma forma.

 

Protágoras fue uno de los más conocidos sofistas. Fue un gran maestro de retórica. Según explica Guthrie, a sus alumnos les hacía alabar y censurar el mismo caso. Tenía como técnica “hacer del argumento más débil el más fuerte” lo cual significaba dominar agudamente el arte de la palabra.

Escribió, entre otros, dos libros denominados Antilogías o argumentos contrarios deben haber sido manuales de retórica. Esta técnica de dar argumentos a favor y en contra de una tesis es un buen ejercicio intelectual y especialmente recomendable para abogados, políticos, filósofos,.. Con este ejercicio se puede aprender desde el punto de vista del otro y preparar un adecuada respuesta. Lo que técnicamente se llama anticipación. Es decir, tener previstos los diferentes argumentos o cursos de acción previamente a que se produzcan. La improvisación no suele ser buena consejera y es de su imprevisibilidad puede beneficiarse quien no debe.

A continuación se analizará algunas ideas de Protágoras desde la perspectiva de Estrategia Minera Blog.

El hombre es la medida

La frase más famosa que se atribuye a Protágoras dice: “el hombre es el medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son y de las que no son en tanto que no son.” Esto se suele interpretar como la perspectiva que defiende el valor de las opiniones de cada individuo.

Esta visión es una cierta forma de relativismo, como cuando Protágoras afirma: “algunas opiniones son mejores que otras, aunque ninguna es más verdadera” (Platón, Teeto 167b). Lo cual plantea algunas cuestiones en el ámbito teórico –en metafísica o epistemología- y en el ámbito práctico de la toma de decisiones.

‘Medida’ en griego se traducía por metron y eso me recuerda la explicación que se hacía sobre la medida de distancia ‘metro’ que tenía un patrón de platino e iridio que se guardaba en la Oficina de Pesos y Medidas de París. El patrón marcaba lo que era 1 metro. Pues bien como los seres humanos, en ocasiones, se marca también un canon mítico de los que es ser humano y marca el patrón. Habitualmente, en nuestro contexto, se alude como canon mítico al hombre blanco, propietario, heterosexual, diestro, capacitado, católico. Lo que se separe de este canon, desde visiones tradicionales, levanta recelos e, incluso, críticas. De ahí que la frase de Protágoras de que el hombre es la medida de todas las cosas, tiene su justificación.

La medida de los seres humanos no viene del canon mítico, pese a las inercias, sino más bien de la diversidad humana, que es inescapable y enriquecedora. Los seres humanos, diversos, somos la medida de las cosas. En esto se puede ver una noción humanista y potenciadora de las energías positivas que cada cual, desde su especificidad, puede aportar al conjunto.

La opinión y la verdad

En un diálogo platónico, Sócrates se pregunta: “Y bien, Protágoras, ¿qué haremos con este argumento? ¿Vamos a decir que las opiniones de los hombres son siempre verdaderas, o unas veces verdaderas y otras falsas? De una y otra posibilidad se sigue, en efecto, que sus opiniones no son siempre verdaderas, sino de las dos clases. Piensa, pues Teodoro, si alguno de los seguidores de Protágoras, o tú mismo, querría empeñarse en afirmar que no hay quien considere que otras personas son ignorantes o tienen opiniones falsas.” Platón, Teeto, 170c.

Este relativismo que se atribuye a Protagóras también está recogido por Aristóteles que le atribuye las siguientes máximas: “todas las proposiciones contradictorias sobre la misma cosa son simultáneamente verdaderas”, “es posible afirmar o negar una misma cosa en cada cuestión” Aristóteles, Metafísica, 1007b18.

Desde el nivel teórico, se podría decir que Protágoras se sitúa contra algunas leyes de la lógica aristotélica como el principio de no contradicción -algo no puede ser verdadero y falso al mismo tiempo- y el principio del tercero excluido -o algo es verdadero o falso, no hay una tercera posibilidad-. Sin embargo, aun admitiendo que existe la noción de verdad, lo cual supondría que existen opiniones falsas. Se puede afirmar que se puede aprender de estos otros puntos de vista. Como la encendida defensa de la libertad de expresión que realiza Stuart Mill en Sobre la libertad. Existe un relevante coste social en censurar ideas, aunque éstas estén equivocadas.

Desde el punto de vista práctico, defender la propias ideas debería ser un ejercicio posterior al haber internalizado el punto de vista del otro. Las perspectivas humanas suelen aportar un fondo de conocimiento que puede enriquece el propio discurso y puede ser decisivo en el plan de acción. Las perspectivas humanas difieren, los discursos y las palabras pueden ir en diversas direcciones, pero lo realmente digno de análisis son las acciones.

La virtud como aprendizaje

En otro diálogo platónico, Sócrates habla con Protágoras con estas palabras: “de esta forma que, según este razonar, también los atenienses son de los que creen que la virtud es algo que puede adquirirse y aprenderse. Es natural, pues, tus conciudadanos admitan que un herrero y un zapatero den consejos sobre asuntos políticos.” Platón, Protágoras, 324c.

Protágoras, y los sofistas en general, consideraban que la virtud se podía aprender. Sócrates también lo creía, aunque tenía diferencias sobre la educación con los sofistas. De hecho, el trabajo sofista consistía en educar a los ciudadanos en las virtudes de la oratoria y también en las virtudes cívicas. Las virtudes son hábitos y disposiciones de carácter que se asocian a modelos de excelencia humana. Uno se convierte en virtuoso, actuando virtuosamente.

Desde Estrategia Minerva Blog, defendemos un enfoque de ética de las virtudes para mejorar la toma de decisiones. He hablado de la idea de virtud cosmopolita donde una identidad se legitima en el cómo se incluye a la alteridad. Cómo aprender de los diferentes, sin renunciar a los valores pero mejorando con un enfoque inclusivo. La virtud se aprende y una buena escuela son las interacciones con los Otros.

Zenón, las paradojas como argumento

Zenón utilizaba el poder de convicción de las paradojas
Zenón utilizaba el poder de convicción de las paradojas

 

Zenón de Elea fue discípulo de Parménides y ambos forman la denominada Escuela eleática, porque nacieron en Elea, Italia meridional. Se dice que Pericles fue oyente de sus lecciones. La tarea filosófica de Zenón busca defender las ideas de su maestro Parménides de una forma original. Utiliza los argumentos que describen las visiones opuestas como situaciones absurdas o inverosímiles, que denomina paradojas.

De esta forma, según Guthrie “la mayoría de argumentos de Zenón, de los que tenemos conocimiento, pueden dividirse en dos grupos, que se dirigen, respectivamente, contra las ideas de pluralidad y movimiento.” Zenón es un filósofo que para defender la unidad de ser –idea central de Parménides-, trata de argumentar, con paradojas, contra las nociones de pluralidad y movimiento.

Esta forma de argumentar es conocida como reducción al absurdo ya que defiende una posición a partir de concluir consecuencias absurdas de las visiones opuestas. Convertir las alternativas en paradojas. Como sostiene Parain, “la dialéctica de Zenón utiliza un estilo de argumentación que se hizo célebre. Consiste en afirmar el postulado del adversario para sacar de él proposiciones contradictorias.”

A continuación se analizarán las célebres paradojas de Zenón sobre movimiento y pluralidad y se comentarán desde una perspectiva más amplia de los temas de Estrategia Minerva Blog.

Aquiles y la Tortuga

“El corredor más lento no será nunca adelantado por el más rápido; pues es necesario que antes llegue el perseguidor al punto de donde partió el perseguido, de modo que es preciso que el más lento vaya siempre algo delante.” Aristóteles, Física, Z 9, 239 b 14

Otra explicación de la paradoja la ofrece Parain cuando afirma “Aquiles corriendo tras la tortuga: nunca le dará alcance, porque antes de alcanzar su primera posición, la tortuga habrá avanzado, y mientras llegue a su segunda posición, la tortuga volverá a avanzar, etc.”

No fue hasta el siglo XVII cuando el matemático escocés James Gregory demostró que la paradoja era falsa. Una demostración matemática se puede encontrar aquí. Aquiles alcanzaría, en realidad, a la tortuga según las leyes convencionales de la física. Sin embargo, Esopo explica la fábula de la liebre y al tortuga donde la arrogancia lleva a la liebre a dormirse y, finalmente, la tortuga es la que gana.

Pues bien, busquemos una moraleja a la fábula desde Estrategia Minerva Blog: la tortuga gana, aunque la liebre vaya más veloz. Las tortugas son símbolo de longevidad y de la buena suerte. Son animales apacibles y tolerantes, que van haciendo su camino, sin preocuparse de los demás.

La liebre pierde por vanidad, por confianza excesiva en sus capacidades, por menospreciar a la tortuga. Esto le lleva a dormirse. Cuando despierta, es demasiado tarde. Por tanto, no existe batalla ganada hasta el final, tampoco es bueno darla por ganada o por perdida. Cada uno ha de hacer su camino con confianza en sus posibilidades.

Otra interpretación –libre- a partir de la paradoja de Zenón podría ser que por buenas que sean nuestra cualidades, siempre nos vencerá alguna tortuga. El éxito completo en todos los ámbitos es difícil. Pero la victoria de la tortuga nos puede hacer aprender de sus cualidades: un vivir apacible y buena sintonía con su entorno.

La flecha y el tiempo

“Zenón argumenta con falacia, porque si, dice, todo está siempre en reposo, cuando está frente a lo que es igual y lo que está en movimiento está siempre en el ahora, la flecha en movimiento está inmóvil. Pero esto es falso: pues el tiempo no se compone de “ahoras” indivisibles, como tampoco ninguna otra magnitud” Aristóteles, Fis, Z 9, 239 b 30-33, 5-9

Otra explicación de la paradoja la ofrece Parain cuando afirma “la flecha que vuela: no se mueve; porque en cada momento presente, ocupa su sitio exacto; y en el momento presente posterior, sigue ocupando su sitio exacto, etc.”

Esta paradoja hace referencia a la noción de tiempo y velocidad. Según Zenón, la flecha está inmóvil en sucesivos ‘ahora’. La paradoja de Zenón, como ya mostró Aristóteles, no se sostiene. El movimiento y la velocidad existen para los seres humanos.

Pero pensar los objetos del ‘ahora’ como inmóviles puede hacer reflexionar en el peso del pasado/presente/futuro para la toma de decisiones. Especialmente aquellas que hacen idolatría del ‘ahora’, comprometiendo el futuro. Técnicamente esto podría estar vinculado a la ‘aversión al riesgo’. ¿Cuál es el peso del pasado en nuestras decisiones presentes? ¿Cuál es el peso del futuro en nuestras decisiones presentes? La flecha no está inmóvil, existe el movimiento.

A nuestro nivel, esto significa que se debe, en el momento presente, aprender de decisiones pasadas y no comprometer excesivamente las decisiones futuras.

Los objetivos de Zenón

Zenón quería defender sus ideas contra la idea de pluralidad y movimiento, a favor de la visión de su maestro Parménides. Sus paradojas buscan mostrar como absurdas las consecuencias de adoptar los puntos de vista con los que no estaba de acuerdo. Esto sería retomado por los sofistas.

Como recuerdan Kirk, Raven, Schofield un aprendizaje desde la visión de Zenón es: “No consideres precisamente las conclusiones: aplica tus facultades críticas a los argumentos que las originan.” El poder de convicción del mejor argumento. La particularidad de Zenón es que utilizó paradojas como argumentos y sus misterios llegan hasta nuestros días.

Heráclito, aprender del cambio

Según Heráclito, la vida es como en río, que fluye, donde no se repiten dos veces la misma situación.
Según Heráclito, la vida es como en río, que fluye, donde no se repite dos veces la misma situación.

 

No todos los filósofos de la Antigüedad, tenían buena fama. Heráclito era conocido como “el Enigmático” o “el Oscuro”. Diógenes Laercio dice de él que “no expresa nada con claridad”. Se le atribuye un libro titulado Sobre la naturaleza.

En sus escritos se vislumbra un carácter profético, como si fuera una especie de oráculo. Kirk, Raven, Schofield explican que Platón le menciona, en ocasiones, en un tono humorístico e irónico e insiste, sobre todo, en una de sus opiniones “todas las cosas fluyen” que se le atribuye libremente en sus diálogos.

Analizaré a continuación algunas ideas de Heráclito y añadiré algunos comentarios sobre los temas de Estrategia Minerva Blog.

-Conócete a ti mismo

Según cuentan, una inscripción en el templo de Apolo de Delfos decía “Conócete a ti mismo”. Heráclito admiraba esta visión. Es un principio importante conocer las propias habilidades, energías, los puntos fuertes y los puntos débiles. Es necesaria una cierta introspección en la individualidad para saber qué posibilidades se tienen ante determinada situación. Pero la propia vida de Heráclito nos muestra los límites de esta introspección.

En efecto, Heráclito es acusado de misantropía como muestra en esta frase donde afirma “no fue discípulo de nadie -escribe Diógenes (IX, 5)-, sino que dijo que se había investigado a sí mismo y que todo lo había aprendido de sí mismo.” Estamos en una red de conocimiento, nadie puede pretender ser su única fuente de saber. No somos islas remotas. Aprendemos de los demás y siempre habrá alguien más sabio que uno, del que poder aprender.

Precisamente el ámbito de la negociación y de la estrategia surge porque existe un interés en que los demás se comporten de determinada manera y los demás también quieren algo de nosotros. Dicho de otra forma, la mayoría de relaciones entre los seres humanos son en escenarios cooperación y conflicto. Dos características de los individuos favorecen la cooperación como son: que somos mutuamente vulnerables y tenemos un altruismo limitado.

Con la base en esta mentalidad cerrilmente individualista, Heráclito “llegó a hacerse sumamente altanero y desdeñoso (…) Acabó por convertirse en misántropo; se retiró del mundo y vivió en los montes, alimentándose de hierbas y plantas. Convertido por esta causa en un hidrópico, bajó a la ciudad y en enigmas le preguntaba los médicos si ellos serían capaces de convertir en seco el tiempo lluvioso” (Diógenes Laercio, IX I).

La armonía es siempre el producto de los contrarios, por ello, el hecho básico del mundo natural es la lucha

El primer concepto clave en Heráclito es el de logos. Como afirma Guthrie, “Heráclito creyó primero y ante todo en un Logos.” Este afirma que “todo acontece de acuerdo con el Logos” y “el Logos ordena todas las cosas”. Según esta visión, una sola cosa es la sabiduría: conocer con juicio verdadero cómo todas las cosas son gobernadas a través de todas las cosas (Fr. 41 Diogénes Laercio, IX 1).

Para explicar como Heráclito concebía el logos, es importante la noción de lucha de contrarios. De esta forma, “la paz y la guerra no se suceden entre sí por turno: en el mundo existen siempre la paz y la guerra. El cese de la contienda significaría la desintegración del cosmos.”

Esta visión está conectada con la filosofía de Anaximandro y con algunas manifestaciones de filosofía oriental, como el taoísmo. Que la armonía se basa en la lucha de contrarios tiene implicaciones metafísicas, morales o jurídicas.

La clave está que la vida moral es lucha, en una visión del pluralismo agonista. La armonía es un equilibrio de contrarios. Un fondo de verdad asiste a cada parte que solo llega al equilibrio con la verdad de su contrario. Esto significa que el mundo moral es complejo, plural, cambiante…

Heráclito añade dos frases interesantes para pensar: “una armonía invisible es más intensa que otra visible” “la auténtica naturaleza de las cosas suele estar oculta”

-Todo está en continúo movimiento y cambio

Quizá la idea más famosa de Heráclito es que “todas las cosas fluyen”. Platón afirma que “Heráclito dice en alguna parte que todas las cosas se mueven y nada está quieto y comparando las cosas existentes con la corriente de un río dice que no te podrías sumergir dos veces en el mismo río” (Platón, Cratilo, 402 A).

La interpretación habitual es algo así como que todo pasa. De ahí la relevancia de las segundas oportunidades. La vida fluye en un río y no volverán a repetirse determinadas circunstancias. Por eso cada situación requiere de un enfoque adecuado a partir de la experiencia del pasado.

Según Brice Parain en su Historia de la Filosofía “la fórmula quería decir otra cosa; reuniría en una sola imagen a los contrarios: lo Mismo y lo Otro.” El río fluye pero es distinta la perspectiva del navegante y del observador externo. Quien vive unas circunstancias particulares tiene una perspectiva que difiere de quién vive desde fuera esas circunstancias. Por eso es tan relevante la comunicación humana y la posibilidad de influir en los demás.

Según Aristóteles, “las teorías de Heráclito de que todas las cosas sensibles están en un continuo fluir” (Aris, Meta, 987 a 32). Algunos han querido ver en esta visión de Heráclito un alabanza del relativismo. Cabe pensar que del cambio se puede aprender, de la experiencia, de los buenos consejos de los demás. La clave es que cada uno, al fin, encuentre su armonía, su conexión con el logos.


	

Anaximandro, según Sentencia del Tiempo

Anaximandro concebía que el Tiempo se convertía en juez de las acciones
Anaximandro concebía que el Tiempo se convertía en juez de las acciones

 

Hubo un filósofo más joven que Tales de Mileto, que fue discípulo y conciudadano suyo. Su nombre era Anaximandro. Era un experto en Astronomía y, como Tales, preveía eclipses, solsticios y equinoccios. Compartían ambos filósofos el enfoque que concebía el cosmos como un todo y elaboraban diversas teorías sobre él. Eran conocidos como “filósofos de la naturaleza” o “fisiólogos” ya que precisamente ése el centro de sus indagaciones. Una idea original en el pensamiento de Anaximandro es que la sustancia origen del mundo se llama arché.

Sin duda, Anaximandro es conocido por una Sentencia que ha sido comentada por filósofos por Nietzsche y Heidegger que habla de una serie de temas que son relevantes en todas las épocas.

La Sentencia del Tiempo

Según la versión de Simplicio que ofrece Guthrie, la Sentencia dice “Anaximandro llamó arché y elemento de las cosas existentes “lo ilimitado”, siendo el primero en atribuir este nombre arché. Dice que no es agua ni ningún otro de los así llamados elementos, sino una sustancia diferente que es ilimitada, de la cual nacen todos los cielos y los mundos que hay en ellos. Las cosas perecen en aquellas que han recibido su ser, como es debido; pues mutuamente se dan justa retribución por su injusticia según el decreto –o quizás “ordenamiento”- del tiempo.”

Analizaré la Sentencia del Tiempo de Anaximandro en los siguientes elementos:

a) Mutuamente se dan justa retribución por su injusticia

Existen muchas versiones de esta Sentencia del Tiempo. En algunas se habla de retribución y en otras, de expiación. Pero todas comparten la idea de la lucha de contrarios. Esto tiene indudable trascendencia filosófica. Dos fuerzas opuestas donde el tiempo asume su justicia por retribución de las injusticias.

La oposición de contrarios como clave para entender el mundo moral tiene un indudable poder atractivo para explicar multitud de situaciones. Cabría lecturas a diferentes niveles: metafísico, moral, jurídico…

Un paralelismo que se suele hacer sobre la Sentencia de Anaximandro es con dilema clásico de Antígona. En esta historia, Antígona debe optar por obedecer la ley positiva –la orden del Rey Creonte de prohibir el entierro de su hermano- o seguir la ley divina –las leyes tradicionales de la ciudad que establecían que los muertos debían ser honrados adecuadamente-. Este dilema entre ley positiva y ley divina es un clásico de todos los tiempos y es una especie de lucha de contrarios.

Un buen enfoque estratégico debería dar una respuesta adecuada a las situaciones derivadas de dilemas trágicos. Estas situaciones se caracterizan porque sea cual sea la solución implicará una pérdida y sensación de remordimiento. En estos casos, se suele optar por el mal menor. Pero hay quien sostiene que, en ocasiones, los males no son comparables. Precisamente en eso reside la tragedia. Esto se denomina inconmensurabilidad en sentido fuerte y significa que dos valores no se pueden comparar. Es el dilema que se plantea en la película La decisión de Sophie.

Los dilemas muestran cómo son necesarias las elecciones morales significativas y que suele ocurrir que elegir una opción, también significa perder otra. El mundo moral se asemeja a una lucha de contrarios y ese es el fondo de verdad de la Sentencia del Tiempo de Anaximandro.

La verdad metafísica que asoma incluye que, en esta lucha de contrarios, las injusticias de un lado reparan en el otro lado en una visión retributiva. Esto tiene diversas implicaciones, pero parece percibirse la noción de que no existe injusticia que quede sin reparación. Es una afirmación atrevida, pero Anaximandro habla en una dimensión moral y metafísica que le da significado adecuado.

b) Según decreto del Tiempo 

En las diferentes versiones se habla del orden, disposición, decreto u ordenamiento del tiempo. Esto se interpreta como que el Tiempo es el verdadero juez de las diferentes acciones. La lucha de contrarios y sus reparaciones tienen lugar en una dimensión temporal. Finalmente el tiempo se convierte el juez.

Esto puede ayudar en Estrategia Minerva Blog a calibrar la importancia de los problemas. En ocasiones, estamos abrumados por determinados conflictos que crean mucha tensión. Lo que nos puede enseñar la Sentencia de Anaximandro, guardando las distancias y conceptos, es que los temas realmente relevantes son aquellos que dentro de 5 o 10 años nos pueden aun importar. En esas dimensiones se podría empezar a producir el juicio del Tiempo.

c) Mundos innumerables

Casi inadvertidamente Anaximandro hace referencia a la existencia de innumerables mundos cuando afirma “de la cual nacen todos los cielos y los mundos que hay en ellos.” Esto conecta con la cuestión de si existen mundos paralelos en una dimensión espacial o temporal. Es un tema complejo a nivel cosmológico.

Desde Estrategia Minerva Blog, la apelación a “mundos innumerables” puede hacer reflexionar sobre basarse en unas certezas que provienen de un mundo impermeable, cerrado, invariable. En ese sentido, es bueno viajar y conocer otros mundos, verse en otras culturas y dialogar con la diferencia y los diferentes. Darse cuenta que las circunstancias que nos rodean son parte –pero no el centro- del mundo.

Heidegger le dedica unas reflexiones a Anaximandro y concluye sus análisis con estas palabras:

“¿Qué ocurre si la esencia del hombre reside en pensar la verdad del ser?

Entonces, el pensar tendrá que hablar poéticamente desde el enigma del ser. El pensar trae la aurora de lo pensado a la proximidad de lo que queda por pensar.”

Tales de Mileto, del mito al logos

Los mitos actualmente provienen del cine y la televisión.
Los mitos actualmente provienen del cine y la televisión.

 

La Filosofía occidental tuvo su origen en Grecia, como una nueva forma de pensar y enfocar los problemas. Tales de Mileto (640-545 a.C.) es primera referencia cronológicamente entre los pensadores de esa época. En el fantástico libro Los filósofos presocráticos, Kirk, Raven, Shofield afirman que “según la tradición, Tales, el primer físico griego o investigador de la naturaleza de las cosas como un todo, predijo el eclipse que tuvo lugar en 858 a.C.”

Explica Proclo que Tales, tras haber ido primeramente a Egipto, trasplantó a Grecia esta especulación (la geometría). Alguno de sus logros tienenque ver con su viaje a Egipto. Se le atribuye una obra, de la que no queda rastro, titulada Astrología náutica. Es una especie de sabio desinteresado, especialista en astronomía y geometría. Precisamente Platón y Aristóteles cuentan dos anécdotas sobre Tales de Mileto que permiten reflexionar sobre aspectos relativos del Blog Estrategia Minerva.

La contemplación y la vida práctica 

Platón narra una anécdota de Tales cuando afirma: “Como, oh Teodoro, se dice que una aguda y graciosa esclava tracia se burló de Tales, porque, mientras observaba la estrellas y miraba a hacia arriba se cayó en un pozo; ávido por observar las cosas del cielo, le pasaban desapercibidas las que estaban detrás del él y delante de sus pies” (Platón, Teeto, 174 a).

La moraleja de la historia parece ser que la contemplación por temas elevados lleva a desatender las cuestiones prácticas. Entre las personas dedicadas a la reflexión teórica puede ser popular la imagen del sabio despistado. Como algunos estereotipos quizá guarda un fondo de verdad. Pero la reflexión a la inversa también es relevante. Esto es, alguien que viviendo sólo entre cuestiones prácticas, no dedique ningún momento a la contemplación. Es relevante no centrarse exclusivamente en lo cotidiano y destinar un espacio para hacer buenas preguntas y mantener la curiosidad intelectual. Hemos de aprender en todas las etapas de la vida.

Sobre la utilidad del saber

Aristóteles narra esta historia de Tales cuando sostiene “Pues dice que, cuando, por su pobreza, le reprochaban que la filosofía era inútil, tras haber observador por el estudio de los astros que iba a haber una gran producción de olivas, se procuró un pequeño capital, cuando aún era invierno, y que depositó fianzas por todas las presas de aceite de Mileto y Quíos, alquilándolas a bajo precio porque nadie licitó contra él. Cuando llegó el momento oportuno, al ser muchos los que a la vez y de repente las pedían, las iba alquilando al precio que quería y reunió mucho dinero, demostrando así que es fácil a los filósofos enriquecerse, si quieren, pero no es las riquezas lo que les interesa” (Aristóteles, Política I, 11, 1259 a 9).

Esta historia muestra cómo una cuestión es el cultivo del conocimiento que hace la Filosofía, y otro la rentabilidad práctica, e incluso económica, de este conocimiento. Los filósofos como Tales eran sabios que tenían su propia escala de valores, donde no estaba acumular riquezas. Sin embargo, él tenía los conocimientos suficientes para hacerse rico. Esto se puede vincular sobre otro tema como es la practicidad de la Filosofía. En ocasiones se ve como una disciplina que genera problemas meramente teóricos que solo tienen una dimensión teórica. No obstante, puede ser una cuestión de enfoque. La Filosofía debe tener vocación de aplicabilidad, con una intrínseca conexión entre Teoría y Práctica.

Del mito al logos

El tema central en Tales de Mileto es el paso de las explicaciones sobre el mundo basadas en mitos de las basadas en una incipiente racionalidad científica, que se conoce por logos. De sus pensamientos han llegado dos ideas originales que explicaban su visión. La primera es “incluso los seres aparentemente inanimados puede estar ‘vivos’: el mundo está lleno de dioses”. La segunda “la fuente y el principio de todas las cosas es el agua”.

Como afirman Kirk, Raven, Shofield “aunque estas ideas estaban muy influenciadas, directa o indirectamente, por sus precedentes mitológicos, es evidente que Tales abandonó la formulación mítica; este hecho por sí sólo justifica sus título de primer filósofo, por muy ingenuo que fuera aún su pensamiento.”

Los mitos en la época de Tales eran explicaciones sobrenaturales o basadas en motivos religiosos. Pues bien, ¿no se está viviendo en la actualidad un retorno de los mitos y del pensamiento mítico? Esta tesis se explica porque los mitos actuales viven en Hollywood o en las Revistas del corazón. La necesidad de explicar la realidad que tenían los griegos era cubierta, antes de la Filosofía, por los mitos de los dioses del Olimpo. En la actualidad, la explicación de la realidad viene de mitos del cine y la televisión. Parece que ahora también sea una novedad -necesaria-, volver al logos.

Quizá se podrá aducir que en la vida privada cada uno puede tener sus valores, creencias o mitos y cada cuál es libre de seguirlos mientras no dañe a otro. La cuestión es que el pensamiento mítico también se extiende a la esfera pública. ¿Podemos vivir gobernados ideas basadas en mitos? ¿Qué hay de mítico en las actuales propuestas políticas? ¿Es necesario volver al logos también en la política?

Es necesaria una cierta distancia ante los mitos, del tipo que sean, que permita su adecuada disección. El análisis filosófico, desde sus inicios, busca explicaciones basadas en la racionalidad. En la actualidad, parece que los mitos hayan vuelto en diferentes campos y se echan de menos enfoques que hagan un análisis racional de la realidad.

Explica Guthrie que “la fascinación perenne ejercida por los milesios radica, precisamente, en el hecho que sus ideas forman un puente entre dos mundos, el del mito y el de la razón.” Los mitos fascinan, pero la Filosofía hace buenas preguntas y busca sus respuestas.

Filosofía para la vida cotidiana

La Filosofía puede ser útil para resolver problemas de la vida. Es una cuestión de buen enfoque
La Filosofía puede ser útil para resolver problemas de la vida. Es una cuestión de buen enfoque

 

En el primer post de este Blog se planteaba, desde el título, una curiosa afirmación: “Todos somos filósofos, pero ¿somos todos estrategas?”. Allí se aludía a la idea de que la complejidad de la vida requería de una actitud vital próxima a la Filosofía para poder encarar con éxito los diversos embates diarios. La idea que se traslucía es que era necesario un marco analítico, un vocabulario moral -un alfa y un omega- y especialmente una forma de aproximarse a los cambios, a lo desconocido, que se vincula con el espíritu filosófico.

Habitualmente la Filosofía no tiene demasiado buena prensa. Algunos consideran que no sirve para nada. Otros que es una reflexión teórica que responde sólo a problemas autogenerados en la teoría misma. Sin embargo, las cosas pueden enfocarse de otra forma. La primera constatación es que todos somos filósofos. Dicho en otros términos, la Filosofía es útil para afrontar la vida. En palabras del filósofo Lou Marinoff “todo el mundo tiene una filosofía de vida pero pocos de nosotros gozamos del privilegio o el tiempo libre necesario para esclarecer sutilezas. Tendemos a irlo haciendo sobre la marcha.”

En su obra más conocida, titulada Más Platón y menos Prozac, Lou Marinoff ofrece una serie de elementos para defender el aspectopráctico de la Filosofía para resolver asuntos. Como señala el autor, pese a la fama que ostenta, la Filosofía no tiene por qué resultar intimidante, aburrida o incomprensible. Esa es una visión habitual sobre lo filosófico, pero todo el enfoque de Marinoff es convencernos de lo contrario.

Desde Sócrates, la Filosofía se ha ocupado de hacer buenas preguntas: “¿Qué es una buena vida? ¿Qué es el bien? ¿En qué consiste la vida? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué obrar correctamente?¿Por qué debería obrar correctamente? ¿Qué significa obrar correctamente?” Cualquier persona vive en un mundo particular de certezas que, de alguna forma, sirven de respuesta a estas cuestiones. A veces este mundo de certezas pertenece inarticulado, pero está presente. Precisamente la diferencia con la Filosofía como disciplina académica es que ésta denomina técnicamente, según cada corriente de pensamiento, diversos conceptos. Mientras los seres humanos, sin especial bagaje filosófico, afrontan las grandes preguntas de la vida y desarrollan su particular Filosofía de vida –su alfa y su omega- aunque puedan desconocer su concreta denominación técnica.

Desde esta perspectiva, Marinoff es un defensor de la Práctica filosófica frente a la Filosofía académica. La Práctica filosófica busca resolver problemas cotidianos de las personas y de las organizaciones a través del método filosófico. De esta forma, el autor desarrolla diferentes técnicas para lograr su objetivo. Así, afirma que “en función de su problema, examinaríamos las ideas de los filósofos que mejor se apliquen a su caso, aquellos con las que usted se sintiera más cómodo”.

La idea es buscar en al Historia de las ideas aquellas reflexiones que pueden ser útiles para resolver problemas a personas en concreto. Vivimos en la complejidad, manejando generalmente gran cantidad de información, pero a la vez ignoramos muchas cosas y sobre todo desconocemos, en ocasiones, cuál es la mejor forma de afrontar situaciones difíciles. Desde esta perspectiva, Marinoff afirma que “la Filosofía esta recobrando su legitimidad perdida como un modo útil de examinar el mundo que nos rodea, mientras el universo nos proporciona nuevos misterios antes de que ni la teología ni la ciencia hayan podido reconciliar los enigmas existentes.”

El proceso de globalización convierte a las identidades en interdependientes, desterritorializadas e híbridas. Los seres humanos tienen preguntas y sed de conocimientos. Algunas respuestas pueden venir de la Ciencia, pero existen una serie de cuestiones donde la Filosofía puede servir de marco analítico que oriente a los individuos.

Este enfoque de la Filosofía práctica, que defiende Marinoff, se inspira en los más grandes filósofos y filosofías de la historia del mundo para enseñarle a abordar los aspectos más importantes de la vida. Muchas veces los problemas de los seres humanos tienen que ver con las grandes cuestiones de la vida y su adecuado enfoque. Los problemas que se afrontan son eminentemente filosóficos donde es relevante una adecuada trasmisión de ideas en un sentido positivo.

Como señala Marinoff la mayoría de los campos de estudio académico en los que existe una rama de investigación pura también cuenta con una rama aplicada. Y, a veces, parece que la Filosofía sólo sea teoría pura, cuando en realidad lo que plantea este enfoque de la Práctica filosófica es que el enfoque filosófico es útil y valioso para la vida cotidiana y parauna adecuada compresión de los problemas de las personas y las organizaciones.

Se deberá distinguir entre la Filosofía como disciplina académica y la Práctica filosófica que es un enfoque filosófico aplicado a la vida cotidiana. De esta forma, Marinoff sostiene que “la sabiduría de la filosofía de la vida, que está relacionada con la vida real y la forma de vivirla, precede a la institucionalización de la filosofía como una gimnasia mental que no tiene nada que ver con la vida.” El mérito estará en extraer las ideas y los fragmentos de la Historia de las Ideas que puedan ser de interés para la Práctica filosófica.

El título del libro de Marinoff Más Platón y menos Prozac hace referencia a la distinción entre problemas que tienen una solución psicológica y una terapia en este campo y problemas eminentemente filosóficos que requieren de un asesoramiento en este ámbito. Lo que habitualmente no se concibe es que existan problemas en nuestra vida que tengan más que ver con la Filosofía que con la Psicología. De esta forma, Marinoff concluye que el asesoramiento filosófico es una terapia para cuerdos.

Alguien puede estar bien de salud, pero tener una gran desazón porque no encuentra el sentido a su vida. Esta es una gran cuestión donde la Filosofía puede orientar. Como es sabido, Sócrates declaraba que una vida no examinada no merecía la pena ser vivida. Ese es el impulso filosófico primigenio, analizar la vida e intentar darle sentido. Como afirma Marinoff, la Filosofía está volviendo a la luz del día, donde las personas corrientes pueden entenderla y aplicarla. Hacer así una Filosofía para la vida cotidiana.

Clausewitz, el arte de la estrategia

Clausewitz escribió el arte de la estrategia
Clausewitz escribió El arte de la estrategia desarrollando una serie de virtudes para la estrategia militar.

 

El libro tercero de la obra De la guerra de Carl von Clausewitz se titula El arte de la estrategia. Allí este autor desarrolla unas dimensiones estratégicas que tienen una aplicación militar pero denotan conocimientos en otras esferas y pueden hacer reflexionar para su aplicación práctica.

En esta obra, Clausewitz ofrece una definición de estrategia cuando afirma “la estrategia es el uso del combate para los fines de la guerra; así pues, tiene que fijar todo el acto bélico una meta que corresponde con el objetivo del mismo, es decir, desarrolla el  plan de guerra y enlaza con ese objetivo la serie de acciones que deben conducir al mismo, o sea, los diseños de las diversas campañas y dispone en ellas los distintos combates” Y añade que “no se puede apartar las manos de la obra en ningún momento.”

En la guerra se darían elementos de distinto tipo morales, físicos, matemáticos, geográficos y estadísticos. Sin embargo, recalca Clausewitz “las magnitudes morales se encuentran los objetos más importantes de la guerra.”

Adaptando algunas características de esta definición de estrategia, esta sería algo así como: el diseño y desarrollo de un plan, compuesto por una serie de acciones, con un determinado objetivo o meta. Esta definición podría servir para diferentes aplicaciones estratégicas. En este punto, Clausewitz realiza dos consejos: a) No bajar la guardia en ningún momento; b) De los diferentes elementos, las magnitudes morales son de los más importantes.

No apartar las manos de la obra es buen consejo estratégico. Las circunstancias cambian y se puede necesita una revisión de la estrategia. Un pequeño error imprevisto puede echar a perder un plan global. Las magnitudes morales son los elementos más importantes y esto está vinculado con las cuestiones de mentalización y enfoque positivo de los problemas. Las cosas son, en muchas ocasiones, cómo se quieren enfocar.

A continuación se explicaran las virtudes morales que Clausewitz recomienda en El arte de la estrategia para los ejércitos y los oficiales con un comentario sobre sus implicaciones estratégicas a otros ámbitos.

Audacia

La primera virtud para Clausewitz consiste en que “una audacia guiada por un espíritu predominante es el sello del héroe, y esa audacia no consiste en la osadía contraria a la naturaleza de las cosas, en la burda infracción de las leyes de la probabilidad, sino en el fuerte apoyo en aquel cálculo superior que el genio ha hecho, con el ritmo de su juicio a la velocidad del rayo y sólo a medias consciente, al adoptar su decisión.”

La audacia está vinculada con el genio y el héroe y no es una vulgar osadía. Es curioso como Clausewitz dice que la audacia no es tan común en las altas instancias del ejército. La audacia está vinculada con la genialidad y la creatividad y tiene unas implicaciones en el contexto de la guerra, pero otras en el contexto de la política o la publicidad.

En ocasiones, se ha de calibrar entre alguien de gran audacia, pero inconstante y alguien de audacia media y constancia.  Aristóteles hablaba que la virtud estaba en el término medio, en la moderación. Dependiendo de las responsabilidades, se habrá de desarrollar más unas virtudes que otras donde, en ocasiones, la audacia es requerida.

Perseverancia

En un pasaje de la obra, Clausewitz sostiene que “en pocas palabras, está entregado a cien mil impresiones, de las que la mayoría tiene un tendencia preocupante, las menos una que inspire aliento. La larga experiencia de la guerra enseña a apreciar con rapidez el valor de estas distintas manifestaciones, el alto valor y la fortaleza interior se les resisten como la roca al golpe de las olas.”

Es un elemento con relevancia estratégica la perseverancia que tendría como oponentes a la futilidad y la inconstancia. Una vez definidos los objetivos a conseguir, es relevante forjar la fortaleza interior para insistir en las metas previstas. En el marco de negociaciones, la perseverancia en determinadas demandas es una indicación de un buen precio de reserva, pero también puede ser una técnica impostada.

Astucia

Otra virtud que alaba Clausewitz con estas palabras: “es peligro emplear fuerzas importantes durante largo tiempo con fines de mera apariencia porque siempre existe el peligro de que se haga en vano y se prescinda de esas fuerzas en el lugar decisivo….a las piezas del ajedrez estratégico les falta la movilidad que es el elemento de la astucia y la sagacidad.”

La astucia es un buen elemento estratégico, pero puede tener un doble filo. El exceso de tacticismo puede dar resultados a corto plazo, pero ser un inconveniente en relaciones de medio y largo plazo. La definición de la Real Academia del astuto es las siguiente “agudo, hábil para engañar o evitar el engaño o para lograr artificiosamente cualquier fin.”

Haciendo un paralelo con la guerra, estaría más justificado ser astuto para defenderse de un ataque que atacar a los demás con ardides diversos. Sería la diferencia entre guerras defensivas y ofensivas. Desde Estrategia Minerva Blog, se recomienda aprender estrategia para no caer en las estratagemas de otros.

Concentración de las fuerzas en el espacio

Como conclusión, Clausewitz sostiene que “la mejor estrategia es ser siempre fuerte….no haya una ley superior y más sencilla de la estrategia que ésta: mantener unidas las fuerzas.”

En el contexto militar, Clausewitz recomienda mantener unidas las fuerzas. Quizá haya algunas excepciones a esta regla. Sin embargo, conviene plantear otra importante noción estratégica. Se trata de descubrir cuáles son tus puntos débiles y, después de un aprendizaje, convertirlos en fortalezas. Se trata de transformar las debilidades en puntos fuertes. Cómo Demóstenes se convirtió en uno de los oradores más famosos de la polis de Atenas es algo que demuestra la relevancia de dominar un técnica, en este caso la retórica. El consejo, desde la estrategia, es no dejar nunca de aprender y  dominar nuevas técnicas.

Clausewitz, medios y fines para la victoria

Clausewitz creía que la guerra es la mera continuación de la política por otros medios
Clausewitz creía que la guerra es la mera continuación de la política por otros medios 

 

Uno de los estrategas militares más renombrados es Carl von Clausewitz (1780-1831). Fue un militar y pensador prusiano y escribió una obra titulada De la guerra. En ocho volúmenes, se ocupa de cuestiones sobre la ciencia militar, la estrategia, la táctica, sin dejar de hacer reflexiones con trasfondo filosófico o moral. 

A continuación comentaré algunos fragmentos de esta obra en relación a aspectos generales de las interacciones estratégicas en diversos ámbitos.

Guerra y Poder

En el inicio de su obra, Clausewitz empieza con una definición: “la guerra constituye, por tanto, un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad.” Y a continuación, sostiene que “la fuerza, es decir, la fuerza física constituye así el medio; imponer nuestra voluntad al enemigo es nuestro objetivo.”

La guerra está relacionada con el poder. En este sentido, es interesante la clásica definición de poder que ofrece Max Weber: “la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad.”

En muchas ocasiones, tenemos como objetivo que los demás hagan algo o se comporten de determinada forma. Si lo conseguimos, se podría decir que tenemos cierto poder sobre ellos. La tesitura de la guerra quiere conseguir estos objetivos con la violencia física. En la vida, se dan situaciones mixtas de cooperación y conflicto y, en ocasiones,  ambas partes tienen interés un actuar coordinadamente o en llegar a un acuerdo. El pacto supone ceder la aspiraciones maximalistas y obtener una contrapartida de la otra parte. Hay más poder por explorar en la vía de la negociación, que en la vía de la guerra.

Guerra y política. Medios y fines

La frase más famosa, casi un slogan, de este libro de Clausewitz es la siguiente: “la guerra es una mera continuación de la política por otros medios.” Es interesante porque Foucault, filósofo posmoderno, en Genealogía del racismo afirmó “la política es la mera continuación de la guerra por otros medios.”

Esta visión suele ser criticada por ser una visión de tono belicista. La cuestión no es si la guerra tenga como objetivo imponer nuestra voluntad al enemigo, sino más bien si el objetivo de la política debiera ser imponerse a la voluntad de los adversarios. Si se acepta que la guerra es violenta y la política es pacífica, los objetivos de ambas pueden no tener que coincidir.

Existen concepciones de la política que van desde las que la conciben, de forma conflictivista, como una forma de favorecer a los amigos y perjudicar a los enemigos –Carl Schmitt– a los que la conciben, de una forma cooperativista, como una forma de lograr acuerdos, consensos, de moderación, en la línea del Elogio de la templanza de Norberto Bobbio.

Virtudes y genio militar

En De la guerra, Clausewitz se cuestiona “Si se plantea la pregunta  sobre cuál es la clase de intelecto que se halla más íntimamente asociado con el genio militar…nos muestra que en tiempos de guerra preferiríamos confiar el bienestar(…)antes a un mente inquisidora que una mente creadora, más a una mente generalizadora a la que se empecina en una sola dirección, más a una cabeza fría que a una ardorosa.”

Esta afirmación permite ciertas reflexiones a un nivel profesional y a un nivel personal. Los diversos roles profesionales desarrollan una serie de virtudes, disposiciones y hábitos que muestran que es un buen profesional en relación con modelos de excelencia que desarrollan unos criterios según cada campo. De esta forma, Clausewitz recomienda dentro del ámbito del buen profesional militar a alguien con una mente inquisidora, generalizadora y fría. Quizá las mentes creativas, unidireccionales y ardorosas  tengan mejor desarrollo en otros ámbitos profesionales.  Desde el punto de vista personal,  en la vida, hay personal de diversos perfiles de carácter y la cuestión clave es gestionar adecuadamente el conflicto y potenciar la cooperación.

Azar, firmeza y constancia

Una frase quizá sorprendente de Clausewitz es que “la guerra es el territorio del azar (…) El azar aumenta la incertidumbre que preside todas las circunstancias y llega a trastornar el curso de los acontecimientos.” Y, más adelante, afirma que “la firmeza denota la capacidad de resistencia de la voluntad frente a la dureza de un choque, la constancia en relación con la duración.”

La guerra es el territorio del azar es una consideración sobre los elementos imprevistos e imprevisibles. En toda interacción se pueden dar circunstancias no previstas y éstas pueden dar ventaja estratégica. El consejo es tener previstas las diversas eventualidades.

Sobre la firmeza, es conveniente mantener la propias posiciones en el curso de una negociación. El ritmo de las concesiones negociales es una señal de la debilidad o fortaleza del valor de reserva

Estrategia y táctica

El estratega militar Clausewitz ofrece definiciones para estrategia y táctica de esta forma: “se derivan así dos actividades distintas: preparar y conducir individualmente estos encuentros aislados, y combinarlos unos con otros para alcanzar el objetivo de la guerra. La primera de estas actividades es la llamada táctica la segunda se denomina estrategia.”

De estas definiciones se puede extraer que estrategia es una combinación de medios para conseguir un objetivo –la victoria-, mientras la táctica está vinculada con los encuentros entre los contendientes. En las relaciones profesionales, un exceso de tacticismo puede llevar a malograr los objetivos a medio y largo plazo. La forma de ser estratega –conseguir unos objetivos a través de unos medios- a lo largo del tiempo, en el ámbito profesional, requiere de virtudes como la prudencia, la empatía y la moderación. Las tácticas, que llevan resultados a corto plazo, suelen ser descubiertas y ser un demérito para quienes las practican.

Fouché, el camaleón maquiavélico

Fouché tiene talento político para ser siempre  del partido del vencedor.
Fouché tiene talento político para ser siempre del partido del vencedor. 

 

Uno de los ejemplos históricos de una cierta forma de concebir la política próxima a la lectura maquiavélica de Maquiavelo, es la trayectoria de Joseph Fouché (1759-1820). Como suele ocurrir con los personajes controvertidos, no siempre ha tenido buena prensa, pero el talento político de Fouché es indudable. Aunque habría que ver de que tipo de política se trata.

He defendido en un artículo académico una política basada en virtudes cívicas, como afirman las propuestas republicanas. El enfoque de Fouché habla de política en otro sentido, de las tácticas y las estrategias, que tienen como objetivo implícito conservar los resortes del poder, estando en la sombra y anticipando lo que pueda suceder en el futuro. A este personaje histórico, Stefan Zweig le dedicó un interesante libro titulado  Fouché, el genio tenebroso donde explica los sucesos de su vida y su particular forma de concebir la política.

A continuación se ofrecerán una serie de reglas -con trasfondo estratégico- inspiradas en la narración sobre Fouché que realizó Zweig.

Control de las emociones y las pasiones

Sobre el genio tenebroso, Zweig apunta que “esta sangre fría, imperturbable,  constituye la verdadera fuerza de Fouché. Los nervios no le dominan, los sentimientos no le seducen, toda su pasión se carga y se descarga tras el muro impenetrable de su frente. Deja jugar sus fuerzas y acecha despierto las faltas de los demás.

En esta imperturbable frialdad de su temperamento radica el verdadero genio de Fouché.”

El tema de las emociones es clave en las diversas interacciones y, en ocasiones, no es tenido en cuenta desde la perspectiva adecuada. La estrategia de Fouché es ser imperturbable a sus propias emociones y saber extraer rédito de los sentimientos de los demás. El consejo estratégico es tener en cuenta como juega el aspecto emocional en toda interacción.

El verdadero poder es estar oculto

En su narración, Zweig relata que “este aguardar en la oscuridad es la actitud de José Fouché, durante toda su vida. No ser nunca el objeto visible del Poder y sujetarlo, sin embargo, por completo; tirar de todos los hilos eludiendo siempre la responsabilidad.

Aunque anhela el Poder, la mayor cantidad posible de Poder, se conforma con la conciencia de su posición: no necesita sus emblemas ni su investidura. Fouché tiene un amor propio desmesurado; pero no ansia de gloria; es ambicioso sin vanidad.

Así pues, Fouché no ansía gloria y vanidad ni aparecer muy visible ante la opinión pública, sin  embargo quiere dominar los verdaderos resortes del poder. Quiere mandar, sin que parezca que lo hace. Y si alguien busca un culpable, nunca será él. El consejo estratégico es que una cosa son las palabras y los grandes discursos y otra los hechos y las decisiones relevantes. Algunos consideraran que el poder está en las palabras, mientras otros pensaran que el poder está en quien toma realmente las decisiones 

Siempre con el vencedor

Zweig afirma de Fouché que “le importa una sola cosa: estar siempre con el vencedor, nunca con el vencido. En la rapidez de rayo de este cambio, en el cinismo sin medida de su transmutación, muestra una dosis de osadía que involuntariamente anonada y causa admiración.” Y, en otro lugar, añade “para eso está ligado demasiado fuerte, demasiado fielmente, a su norma de vida: no decidirse nunca definitivamente mientras no esté decidida la victoria.”

Su definición política es estar con el partido del vencedor. Su supervivencia política es indudable y fue ministro en el Directorio, en el Consulado con Napoleón, en el Imperio con Napoleón y en el reinado de Luis XVIII. Además previamente estuvo con los girondinos y, luego, con los jacobinos. Precisamente su final político tiene que ver con esta etapa jacobina ya que fue acusado de instigar la muerte en la guillotina del rey Luis XVI, hermano del rey que le había nombrado ministro.

El problema de esta estrategia de Fouché es un ejercicio deliberado, desarrollado en el tiempo, de cinismo, cuyo atisbo ideológico más definitorio es mantenerse en el poder. Que tuviera éxito en sus estrategias muestra hasta que punto el poder es permeable a los ejercicios de cinismo.

El poder de la información

Para poder describir el poder de Fouché sobre Napoleón, Zweig afirma que “es un poder adquirido por laboriosidad, habilidad y observación sistemáticas, un poder calculado. Fouché sabe mucho, sabe demasiado. Conoce, gracias a las comunicaciones del Emperador, y aun en contra de la imperial voluntad, todos los secretos imperiales y tiene así en jaque, por estar informado de manera perfecta, casi mágica, al Imperio entero y también a su señor.”

Fouché es el fundador del espionaje moderno y ocupó varias veces el Ministerio de la Policía. Su poder radica en la red de confidentes e informadores que le suministran informaciones antes que a nadie. Esta red está construida de tal forma que él es la pieza clave que unifica todos los hilos. De esta forma, puede adelantarse a los acontecimientos, como en su calculada pasividad ante el golpe de Estado de Napoleón, quien al acceder al poder le recompensa manteniéndolo en el Ministerio de la Policía.

La erótica del poder

En una de las veces que dejó un cargo público, Zweig se refiere a Fouché en estos términos: “¡Oh, semblante de Medusa del Poder! Quien fijó la vista una vez en su faz, jamás la puede apartar de ella, queda encantado y hechizado. Quien disfrutó una vez del placer embriagador de dominar y mandar no puede ya renunciar a él.”

Hace unos años tuvo éxito la expresión la erótica del poder para denominar al atractivo especial que sólo sentían aquellas personas que habían tenido responsabilidad en tomar decisiones públicas relevantes. Fouché sentía la erótica del poder con gran pasión, mente fría, sin aparecer ante los focos, siempre en el partido del vencedor, sin escrúpulos morales por traicionar, con tal de mantenerse en el poder. Es una visión de la política que hoy en día tiene algún seguidor aventajado. Por suerte, existen otras formas de política.