Seguir al rebaño

Evitar la presiones sociales es un elemento que moviliza a los seres humanos
Evitar la presiones sociales es un elemento que moviliza a los seres humanos

 

La palabra nudge en inglés significa codazo o empujón. Tiene un sentido figurado de alentar, animar o incentivar. Precisamente Richard Thaler y Cass R. Sunstein han titulado Un pequeño empujón (Nudge), una obra donde dan cuenta de una serie de mecanismos, herramientas y planteamientos que orientan la toma de las mejores decisiones. Estos profesores de la Universidad de Chicago defienden un paternalismo libertario, en el sentido que no limita o prohíbe opciones, sino más bien intentan orientar a la personas en direcciones que mejoraran sus vidas. Esos son los nudges. Tienen el objetivo de estimular, incentivar o encaminar en la toma de decisiones.

En el análisis del comportamiento humano que realizan Thaler y Sunstein abordan diversas situaciones. Particularmente interesante es el capítulo titulado Seguir al rebaño donde aborda la necesidad de los seres humanos en buscar la conformidad de los demás. Los otros nos influyen e, incluso, nos presionan en la toma de decisiones. A veces de forma insospechada.

En los años 50 un psicólogo social, llamado Solomon Asch, realizó una serie de experimentos que corroboraban está idea. Cuando toman la decisión sin influencia externa, los sujetos casi nunca se equivocan porque la prueba era fácil. Pero señalan Thaler y Susntein “cuando todos los demás daban una respuesta incorrecta, se equivocaban más de un tercio de las veces. De hecho, en una serie de doce preguntas, casi tres cuartos de los sujetos dieron la misma respuesta que el grupo, desafiando lo que mostraban sus sentidos.”

Es interesante señalar que en el experimento de Asch se reaccionaba a las decisiones de completos desconocidos, donde no existía ningún apego emocional. En sus múltiples repeticiones de este experimento por diversos países no encontró diferencias significativas. Entonces nos podríamos plantear: ¿Por qué ignoramos las evidencias de los sentidos y seguimos lo que dicen los demás?

La respuesta va en dos sentidos: a) La información que implica las respuestas de los demás; b) La presión social y el deseo de no afrontar la censura del grupo. Hace muchos siglos, Aristóteles define al ser humano como un animal político. Esto puede tener diversas lecturas. Una de estas sería que el animal político es el animal social y que el desarrollo de la forma de vida humana debe darse necesariamente en sociedad.

Este animal social, que es el ser humano, depende de los demás pero a la vez es libre para llevar a cabo su plan de vida. Lo que ponen de manifiesto los experimentos de Asch es que quizá los seres humanos son más gregarios de lo que pudiera parecer. Para evitar las censuras o simplemente tener una opción diferente, las personas no siguen sus sentidos y siguen lo que dicen los demás.

Los grupos, según Thaler y Sunstein, tienden al conservadurismo colectivo, que es la tendencia de los grupos a aferrarse a las pautas establecidas aun después de que surjan nuevas necesidades. Existen una inercia favorable al status quo, a mantener las costumbres y pautas establecidas. Y también se da otro fenómeno conocido como ignorancia pluralista, donde existe ignorancia por parte de todos o de la mayoría sobre lo que piensan otras personas. La combinación de estos dos elementos lleva a conclusiones paradójicas y contraintuitivas. Como el caso de un sistema de valores que se mantuviera por inercia, pero que de hecho no tuviera el apoyo de la población. Los autores ponen el ejemplo de los países comunistas del Este.

En otro experimento de Asch se preguntaba la opinión sobre la siguiente afirmación: “la libertad de expresión es un privilegio, no un derecho; una sociedad puede suspender la libertad de expresión si se siente amenazada.” Individualmente sólo el 19% grupo estaba de acuerdo, pero cuando sólo 4 personas afirmaban en público esa opinión, la conformidad alcanzaba el 58%.

La reflexiones que se pueden hacer son múltiples. El poder del grupo sobre el individuo, la convicción de la demagogia y las posibilidades de manipulación. Detrás de estos experimentos, estaba la preocupación de Asch sobre cómo había sido posible el nazismo. Los comportamientos gregarios y la presión del grupo frente al individuo son elementos explicativos en este contexto.

Desde esta perspectiva, en otro experimento de Asch, en 30 hogares en San Marcos California. A todos los hogares se les informó de cuanta energía había consumido en las semanas anteriores y se les dio información (precisa) del consumo medio de energía en los hogares de su zona. El efecto fue claro y llamativo. En la semanas siguientes quienes gastaban energía por encima de la media redujeron su consumo de forma significativa, y quienes consumían por debajo de la media lo incrementaron de forma significativa. Es el denominado efecto boomerang.

Parece que la conclusión de estos experimentos es que el un elemento movilizador de la conducta humana el deseo de parecerse a los demás y de no ser diferente. Esto tiene varias lecturas. Una posible es que nos importa la presión social y las sanciones que el grupo pudiera imponer. Otra lectura es que la autonomía individual, que es un valor central, hace que siempre haya minorías. Proteger el derecho a la diferencia y el derecho a ser diferente debe estar protegido incluso legalmente puesto es que la inercia es que la mayoría imponga los valores. Una lectura del multiculturalismo es la que dice que el su movimiento que sostiene que toda diferencia cultural es siempre positiva. Puede ser algo polémico, pero siempre se puede aprender de la diferencia y de los diferentes.

En otro experimento a varios grupos de contribuyentes se les dieron cuatro tipos de información. A unos se les dijo que sus impuestos se destinaban a obras buenas como educación, protección policial y servicio de bomberos. A otros se les amenazó con información sobre los castigos por defraudar al fisco. A otros se les explicó cómo podrían obtener ayuda si tenían dudas en rellenar los formularios. Y a otros simplemente se les dijo que más de 90 por ciento de los ciudadanos de Minnesotta ya había cumplido con su obligaciones tributarias.

La conclusión del experimento es que sólo una de estas intervenciones tuvo un efecto significativo: la última. Ni el premio, ni la sanción, ni más información, el elemento más movilizador es comprobar que casi todos los demás ciudadanos ya había cumplido su deber tributario. Comportarse como la mayoría, como la media.

Buscar la conformidad de los demás y evitar la presiones sociales tienen un indudable efecto en el comportamiento de los seres humanos. Debe ser analizado en cada caso, pero ha de salvaguardarse el derecho a la diferencia y de los diferentes. Los seres humanos no somos una fotocopia, existe la diversidad y eso nos hace más plenos.

Levando anclas

El efecto ancla es relevante en contextos negociales
El efecto ancla es relevante en contextos negociales

 

Sobre la influencia de las emociones en la negociación se podría hablar mucho y es aconsejable una gestión eficaz. Existen una serie de elementos relacionados con la psicología que afectan a la Economía. Daniel Kahneman es un psicólogo de doble nacionalidad estadounidense e israelí, que fue Premio Nobel de Economía en 2002. Su enfoque se centra en cómo la forma de percibir y procesar la información influye más de lo que parece a la hora de tomar decisiones.

En su obra Pensar rápido, pensar despacio, Kahneman parte de distinguir dos sistemas que operan en nuestro cerebro: al primero le llama el sistema automático y al segundo, sistema esforzado. El Sistema 1 opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario. El Sistema 2 centra la atención en las actividades mentales esforzadas que lo demandan, incluyendo los cálculos complejos.

Las operaciones del Sistema 2 están a menudo asociadas a la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse. Los Sistemas 1 y 2 están siempre activos mientras permanecemos despiertos. El Sistema 1 actúa automáticamente y el Sistema 2 se halla normalmente en un confortable modo de mínimo esfuerzo en el que sólo una fracción de su capacidad está ocupada.

Cuando el Sistema 1 encuentra una dificultad, llama al Sistema 2 para que le sugiera un procedimiento más detallado y preciso que pueda resolver el problema. Se podría decir que funcionamos como un piloto automático en base al Sistema 1, pero si algo no concuerda acudimos al Sistema 2.

Desde esta perspectiva, Kahneman concluye que lo mejor que podemos hacer es llegar a un compromiso: aprender a reconocer situaciones en las que los errores sean probables y esforzarnos en evitar errores importantes cuando están en juego cosas de primer orden.

El libro de Kahneman es una explicación de diversos fenómenos singulares que se producen por la sinergia o la descoordinación del Sistema 1 y el Sistema 2. Uno de estos fenómenos, que tiene un indudable interés en el ámbito de las negociaciones, es el efecto del anclaje.

Uno de los experimentos de Kahneman con sus estudiantes consistió en utilizar una rueda de la fortuna de 1 a 100. Esta rueda estaba trucada y sólo se paraba en el 10 y el 65. Se anotaba el número de la ruleta de la fortuna. Y a continuación realizaba dos preguntas a los estudiantes:

¿Es el porcentaje de naciones africanas entre los miembros de la ONU mayor o menor que el número que se acaba de escribir?

¿Cuál es la estimación del porcentaje de naciones africanas en la ONU?

Cuando la rueda de la fortuna marcaba 10, la media de las respuestas sobre el porcentaje de países africanos en la ONU era del 25%. En cambio, cuando la rueda de la fortuna marcaba 65, la media de respuestas sobre el porcentaje de países africanos era del 45%. 

Este es el efecto ancla. El número que se ofrece al formular la pregunta condiciona el resultado final, lo ancla. Pero es un fenómeno que no tiene una explicación lógica, a no ser que acudamos a la explicación del piloto automático y las relaciones del Sistema 1 y Sistema 2.

Otro experimento que propuso Kanheman partía de las siguientes preguntas:

¿Tenía Gandhi más o menos ciento cuarenta y cuatro años cuando murió?

¿Qué edad tenía Gandhi cuando murió?

Es obvio que Gandhi no vivió 144 años, pero el resultado final de esta pregunta está condicionado por esa cifra. Es sensiblemente diferente que si se preguntara por si tenía más o menos 35 años cuando murió. Lo cual puede parecer sorprendente.

Este efecto ancla está vinculado al efecto priming donde se suscita selectivamente una evidencia compatible. De esta forma, el Sistema 1 hace cuanto puede por construir un mundo en el que el ancla es el mundo verdadero. Es una de las manifestaciones de coherencia asociativa que Kanheman estudia en su libro.

¿Cuál es la relevancia del anclaje en el entorno de las negociaciones? La clásica forma del efecto ancla, en este ámbito, es la primera oferta. En muchas ocasiones, el resultado final de una negociación está condicionado por cuanto se ha hecho la primera oferta. Si alguien hace una primera oferta de 200, parecería difícil de justificar hacer una contraoferta de 15. Pero ¿por qué no?

La primera oferta ancla las diversas concesiones de las partes. Esto es particularmente claro cuando la primera oferta son las cláusulas de un contrato redactadas por escrito. Si las negociaciones se producen sobre el redactado propuesto se habrá anclado la negociación y se habrá enfocado en mejor forma para quien realiza esta primera oferta.

Un fenómeno vinculado al anclaje, que puede dar una información clave en una negociación, es el ritmo de las concesiones. Si la primera oferta de A es de 200 y la contraoferta de B es de 100. La siguiente oferta de A nos dará información sobre su precio de reserva, depende si su siguiente oferta es de 150 o, en cambio, de 190. Si su ritmo de concesiones posterior es de 10 o de 50.

El efecto ancla es algo que se explica por la interrelación del Sistema 1 y Sistema 2. Es decir, porque funciona un piloto automático y no analizamos detenidamente todas y cada una de las afirmaciones que se procesan a diario. Este poder de sugestión del anclaje está injustificado y se debe estar especialmente alerta en contextos negociales ya que es una forma de ganar posiciones y enfocar según los intereses de una parte. La mejor respuesta a una primera oferta desorbitada es una contraoferta mínima y a partir de ahí, empezar a negociar. El ritmo de concesiones de cada parte dará información sobre sus respectivos precios de reserva. Ante los anclajes negociales, lo mejor es levar anclas con una contraoferta realista.

Modelo ético consecuencialista

El utilitarismo sostienela mayor felicidad para el mayor número.
El utilitarismo sostiene la mayor felicidad para el mayor número. 

 

Frente al modelo ético deontológico se sitúa el modelo ético consecuencialista. Este considera que el objetivo de la ética es conseguir las mejores consecuencias. Existen varios tipos de éticas consecuencialistas, la más conocida es el utilitarismo. Es famosa la formulación de que la ética debe buscar la mayor felicidad para el mayor número.

El utilitarismo afirma que se debe maximizar una variable, ya sea la felicidad, la utilidad, el placer o el bienestar. Surgió en el contexto anglosajón, en la época de la industrialización, donde había gran optimismo en aplicar los métodos de la Ciencias puras a las Ciencias sociales. El utilitarismo parte de que la ética se puede básicamente reducir a una variable, y su maximización, y que esa variable puede conocerse.  Existe algo así como una máquina de la felicidad que mide cómo de felices son las personas.

Esto puede sonar extraño, pero a un economista algo le debe sonar. El modelo de hombre en el que se basa la Teoría económica tradicional afirma que la racionalidad es la maximización de una variable. Ese modelo se conoce como homo economicus. Esta visión adopta como premisa indiscutida el utilitarismo y, en general, el enfoque consecuencialista.

¿No es la estrategia la correcta adecuación de medios y fines? Anticipar que consecuencias tendrán nuestras acciones es algo propio de toda estrategia. Pero la cuestión es si las consecuencias pueden ser el único criterio para la toma de decisiones. Imaginemos un caso donde tenemos detenido a terrorista, que sabe dónde va a explotar una bomba en un lugar céntrico dentro de dos horas. La pregunta desde el consecuencialismo sería ¿es lícito torturar a este terrorista para evitar que explote la bomba? He planteado muchas veces a mis estudiantes este caso, explicado en un Manual del Etica. Las respuestas están bastante divididas entre estudiantes más deontológicos o más consecuencialistas.

Como la máquina de la felicidad no existe, los economistas inspirados en el utilitarismo, a veces suelen considerar la variable a maximizar, el dinero. Este planteamiento puede ser contrastado desde una visión ética más robusta que afirme que los bienes humanos son plurales y complejos. Un ejemplo de esta argumentación lo ofrece Sandel en su libro Lo que el dinero no pueden comprar, donde da ejemplos de los límites morales del mercado. Las relaciones de amistad y amor no se reducen nunca, o así debería ser, a términos monetarios. Pero más allá, ¿es lícito vender un riñón? ¿es lícito ser madre de alquiler? ¿todo se puede comprar y vender? ¿se puede contaminar a cambio de dinero? ¿es lícito comprar la residencia o la nacionalidad?

Este fenómeno que alude Sandel se denomina técnicamente inconmensurabilidad en sentido débil y significa que no se pueden reducir los valores a una sola variable. En general, los casos aluden a reducir todo a términos monetarios. Los valores son más plurales y los seres humanos más complejos.

Desde el punto de vista de la estrategia, quizá habría que hacer una evaluación más completa de los fines. Concebir un plan para maximizar una variable puede hacer perder de vista otros bienes implicados. El acuerdo puede surgir precisamente porque las partes tengan intereses distintos. Pero es necesario explorar esos intereses.

Anticipar las consecuencias de las acciones es algo que marca la prudencia. La estrategia busca la victoria, pero ésta no siempre viene de maximizar una única variable. La vida es más plural y compleja.

 

Etica y Economía: tan lejos, tan cerca

Los orígenes ético y técnico de la Economía
Los orígenes ético y técnico de la Economía

 

El Premio Nobel de Economía Amartya Sen se planteó en una serie de conferencias una tesis inusitada: “mantendré que la naturaleza de la economía moderna se ha visto empobrecida sustancialmente por el distanciamiento entre la economía y la ética”(Sen, Sobre ética y economía).

En su explicación, Sen sitúa dos orígenes para la Economía. El primero es el enfoque ético. Aparece en la obra Etica a Nicómaco de Aristóteles. Allí se dice que todo arte o investigación parecen tender hacia un bien. El fin de la medicina es la salud, el de la estrategia es la victoria y el de la economía es la riqueza. Pero para Aristóteles el fin supremo es la política que regula qué ciencias son necesarias en las ciudades. La estrategia, la economía y la retórica están subordinadas a la política. El fin de la política incluirá los fines de las demás ciencias, de modo que constituirá el bien del hombre (Aristóteles, Etica Nicomaquea, Libro I).

De esta forma, la Economía también debería ofrecer respuestas a la cuestión ‘¿cómo hay que vivir?’ ‘¿que es lo bueno para el hombre?’. Según este enfoque, la Economía es una cuestión de fines, con repercusión ética, y está subordinada a la política, que también es una cuestión de fines con repercusión ética.

El otro origen de la economía es técnico. Se interesa por temas logísticos, por adecuar los medios a los fines. Los fines parecen claros y no merecen discusión. Este segundo enfoque no entra en cuestiones éticas, que considera un ámbito ajeno. Considera la Economía una cuestión únicamente de eficiencia.

Otro de los objetos de interés de Sen en estas conferencias es la noción de racionalidad que habitualmente se utiliza en Economía. Con diversos argumentos, Sen critica las habituales comprensiones de racionalidad como consistencia y de racionalidad como maximización del propio interés.

Esto me permite reflexionar sobre el concepto de racionalidad y estrategia. Un comportamiento es racional si se produce una correcta adecuación entre medios y fines. Si expresa su preferencia de mejorar sus conocimientos de alemán y para tal fin se dirige a Japón, podemos deducir que su comportamiento no adecua bien medios y fines. Si finalmente decide ir a Munich su comportamiento habrá sido racional porque es consistente. Pero esta racionalidad no discute sobre los fines, sólo sobre su consistencia con los medios.

La estrategia, que algunos consideran un arte, está vinculada con el desarrollo del mejor plan para conseguir unos objetivos. Se deben escoger los medios idóneos para alcanzar los fines determinados. La racionalidad estratégica se vincula con la victoria, como decía Aristóteles pensado en la acepción militar del strategos, pero la batalla la elegimos nosotros. La ética puede juzgar los fines y los medios y la racionalidad la adecuación de los medios de los fines.

Imagine que quiero crear una residencia para niños abandonados en la India –fin loable- y para ello de he desarrollar la mejor estrategia. Si para conseguir ese objetivo, alguien me propone asesinar a mi vecino que guarda gran cantidad de dinero en su casa, este sería un medio ilícito para conseguir un fin loable. Y finalmente, dados los valores implicados, se puede concluir que no es racional asesinar a un vecino como medio para un fin solidario o caritativo. Pero imaginemos que el fin sea asesinar a un vecino –fin despreciable- y el medio acariciarle suavemente con un algodón. Parece que para ese fin inmoral el medio no parece el más adecuado. La estrategia es el arte de encontrar los mejores medios para los fines y la ética puede juzgar tanto los medios como los fines. El fin de la estrategia es la victoria y el fin de la ética es el bien del hombre.

La racionalidad como maximización del autointerés parece un presupuesto indiscutido de la Economía, pero no debe ser necesariamente así. Los seres humanos no somos ángeles, no somos demonios.Tenemos un altruismo limitado. No es cierto que siempre se persiga el propio interés. Existen personas dispuestas a sacrificar su interés, especialmente hacia aquello hacia lo que se desarrolla vínculos de lealtad, solidaridad o amor.

Esto traducido a la estrategia de los negocios quiere decir que el beneficio del accionista no es el único objetivo de las empresas, sino que se puede desarrollar una estrategia de responsabilidad social que incluya buenas prácticas. Estas buenas prácticas pueden ser un programa de innovación éticamente responsable; campañas solidarias a nivel local o global; una política de recursos humanos coherente con la gestión de la igualdad y la diversidad; una política de marketing que incluya políticas de mecenazgo a organizaciones educativas, culturales o de interés social o una política transversal de respeto del medio ambiente.

Quizá Aristóteles suene muy lejano, pero la estrategia -que busca la victoria- también puede tener buenas repercusiones éticas.