Gorgias, el arte de la persuasión

Gorgias era un maestro de oratoria que utilizaba múltiples recursos para convencer con sus argumentos
Gorgias era un maestro de oratoria que utilizaba múltiples recursos para convencer con sus argumentos

 

Gorgias nació en Leontinos y fue enviado en 427 a.C. a Atenas. Allí ejerció una profunda influencia en su vida intelectual, como se comprueba en las obras de Tucídides o los Diálogos de Platón. Recibió la influencia de Empédocles. Como buen sofista, era un maestro de retórica, de la que escribió varios manuales.

Como se recoge en la Suda: “fue el primero que dio a la vertiente oratoria de la educación fuerza expresiva y una base teórica: hizo uso de tropos, metáforas, alegorías, hipálages, catacresis, hipérbaton anadiplosis, epanalepsis, apóstrofes, parisosis. Cobraba a cada discípulo cien minas. Vivió ciento nueve años y compuso muchas obras” (Suda, s.v. Gorgias).

El arte de la persuasión

En un diálogo platónico se atribuye a Protarco la siguiente afirmación: ”Pude oír decir…muchas veces a Gorgias que el arte de la persuasión difiere mucho de todas las artes. Porque todo queda sometido a la esclavitud que ella le impone, por medios voluntarios, no por violencia” (Platón, Filebo 58a).

De esta forma, Platón atribuye una gran poder -que denomina esclavitud- sobre las personas al arte de la persuasión, por medios voluntarios y no violentos. Es decir, las personas voluntariamente se convierten en esclavos de los demás gracias al uso de determinados argumentos persuasivos. Ante lo cual cabe dos estrategias:

La primera estrategia –ofensiva- es dominar el arte de la palabra para conseguir los objetivos propuestos. Desarrollar la capacidad para hacer un discurso atractivo, fiable y entusiasta. Hablar en el nivel racional y en el nivel emotivo, también con el lenguaje corporal, para convencer a los demás de la idoneidad de nuestras propuestas.

La segunda estrategia -defensiva- es detectar el uso de la persuasión en los demás y ser capaz de analizar separadamente el fondo y la forma del discurso. Estar especialmente atento al uso del lenguaje emotivo o de figuras retóricas. Analizar fríamente las alternativas de los diferentes cursos de acción posibles. No realizar ataques directos, pero tampoco adhesiones inquebrantables. Mantener siempre la independencia de criterio frente a usos retóricos persuasivos.

El poder del humor

En su obra Retórica, Aristóteles afirma que “Gorgias, en una recomendación acertada, afirmó que hay que destruir la gravedad de los adversarios con el humor y su humor con gravedad” (Aristóteles, Retórica, III, 18, 1419 b3).

Recordando el argumento de El nombre de la rosa de Umberto Eco donde el poder del humor jugaba un elemento clave, podríamos afirmar que el humor puede jugar el papel destacado para eliminar tensiones. Algunas teorías sostienen que decimos con humor lo que no nos atrevemos de decir en serio. Así el humor funcionaría como válvula de escape.

Pero la segunda parte de la afirmación es también digna de análisis: destruir el humor de los adversarios con gravedad. El sentido del humor es la capacidad de reírse de uno mismo y, a partir de allí, hacerlo de los demás. Sin embargo, existe un humor fácil que redunda en estereotipos sociales y fomenta estigmas, especialmente con los que pertenecen a las minorías. Ese humor de trazo grueso, refuerza los tabús, se le combate con educación, inteligencia y sentido común.

¿Nada existe?

Una de las afirmación más famosas de Gorgias es la siguiente: “en el libro intitulado Sobre lo que no es o sobre la naturaleza desarrolla tres argumentos sucesivos. El primero es que nada existe; el segundo, que aún en el caso de que algo exista, es inaprehensible para el hombre; y el tercero, que, aun cuando fuera aprehensible, no puede ser comunicado, ni explicado a otros” (Sexto Empírico, Contra los matemáticos, VII 65 ss).

Parece ser que estas tesis de Gorgias era un ataque a las visiones de Parménides. Aquí se unen la capacidad retórica, atribuida los sofistas, con el uso del sentido del humor. Aunque cada uno de estos argumentos va acompañado de una serie de razonamientos justificatorios, se podrían analizar como ejemplo de una fina ironía.

Cabe, no obstante, hacer una reflexión sobre Teoría y Práctica. Si se aceptan estas premisas de Gorgias se cae en el solipsismo, la creencia de que lo único que se puede estar seguro es que “solamente yo existo”.

La cuestión es que para fundamentar unos valores éticos es mejor partir de otras bases –intersubjetivas u objetivas-. O desde el punto de vista pragmático, la cooperación con los demás se conseguirá mejor si se tiene en cuenta el punto de vista de los Otros.

Una Teoría que aboca al solipsismo es una mala estrategia para la Práctica. Es preferible una Teoría basada en valores intersubjetivos, abierta al diálogo, a aprender de los demás y construir juntos un futuro mejor.

La arquitectura de las decisiones

Los nudge buscan alentar o incentivar determinadas decisiones sin prohibir opciones
Los nudge buscan alentar o incentivar determinadas decisiones sin prohibir otras opciones

 

¿Cómo estimular a los seres humanos a tomar una decisión en una opción determinada? Este es uno de propósitos de Richard Thaler y Cass R. Sunstein en su obra Un pequeño empujón (Nudge). En el capítulo La arquitectura de las decisiones se analizan una serie de elementos que son relevantes para que los seres humanos opten por un curso de acción o por otro. Los autores buscan explicar cómo se puede incentivar un determinado resultado a través de un determinado marco de decisiones. En concreto, se analizan: a) La compatibilidad estímulo-respuesta; b) El poder de las opciones por defecto; c) Esperar el error; d) Proporcionar feedback.

Compatibilidad estímulo-respuesta

La información con incoherencias es más difíciles de procesar y puede dar lugar a errores. De esta forma, Thaler y Susntein afirman que se debe procurar que la señal que se recibe -el estímulo- sea coherente con la acción deseada y si hay incoherencia, las personas se equivocan y su rendimiento se resiente.

Por ejemplo, el efecto de un gran señal octogonal roja que dijera “ADELANTE”. O en un juego que consista en situar a la derecha lo verde y a la izquierda lo rojo, que aparezcan la palabra verde en rojo y la palabra rojo en verde. Pero quizá el ejemplo más claro, al que aluden en diferentes partes del libro, trata el caso de grabar una mosca en los urinarios del aeropuerto de Amsterdam ya que redujo las salpicaduras en un 80 %: un nudge de extraordinario éxito, que ha sido exportado a otras partes del mundo.

El poder de las opciones por defecto

Un elemento importante de las decisiones es que, si no se explicita lo contrario, prever un curso de acción por defecto. El poder de la inercia es mucho mayor de lo que, a veces, se imagina. Un caso paradigmático es el de la renovación automática de las suscripciones. Los autores son más partidarios de que se dé la posibilidad de elegir en sistemas denominados de elección requerida o elección obligatoria. Esto es más adecuado para respuestas simples que para respuestas complejas. En el caso de un menú de un cocinero, la opción por defecto será pedir el plato previsto con la variación de algún ingrediente. Pero quizá sería extraño que el comensal le diera al cocinero la receta del plato que desea.

Esperar el error

Errare humanum est decían los clásicos. Un diseño inteligente de las instituciones debe prever que las personas se equivocan y permitir una solución adecuada a cada caso. Thaler y Sunstein afirman que “los humanos cometen errores. Un sistema bien diseñado espera que sus usuarios se equivoquen y es todo lo indulgente posible en esos casos.”

El ejemplo que ilustra esta idea es en la red de Metro de París las máquinas que validan los billetes, los aceptan independientemente de que sea al anverso o el reverso. En cambio, en la mayoría aparcamientos de Chicago, debido a que las tarjetas de crédito no son simétricas, sólo exista una forma correcta de introducirlas.

En algunos programas de correo electrónico, si el usuario escribe la palabra adjunto en un mensaje y éste lo quiere enviar sin adjuntar nada, aparece un mensaje titulado “¿has olvidado añadir el adjunto?”. En Reino Unido, las normas de conducción hacen que se conduzca por el carril izquierdo. En Londres, están pintadas en el pavimento, zonas frecuentadas por turistas, la expresión: “Look right!” ¡Mire a la derecha!

Proporcionar feedback

Un elemento relevante a la hora de motivar las decisiones es la posibilidad de establecer un feedback. El ejemplo, que realizan los autores, son las cámaras digitales emiten una impresión de la imagen captada después de hacer la foto. Otra muestra de feedback es que las cámaras emiten una señal audible al fotografiar.

El caso de la donación de órganos. Diversos incentivos en la regla por defecto

Un caso interesante donde se ve la eficacia de la regla por defecto es el de la donación de órganos. En este sentido Thaler y Sunstein explican que el primer trasplante con éxito de un órgano se realizó en 1954, cuando un hombre ofreció a su hermano gemelo un riñón. El primer trasplante de riñón de un donante muerto tuvo lugar ocho años después. Como se suele decir, es historia.

Se pueden dar tres sistemas respecto a la donación de órganos. El primero es el consentimiento explicito donde alguien debe seguir un determinado procedimiento para demostrar que quiere ser donante. El segundo es la extracción habitual en el que el Estado tiene derecho a extraer órganos de las personas que han muerto o se hallan en ciertas situaciones irreversibles sin pedir permisos a nadie. El tercero es el consentimiento implícito donde se supondría que todos los ciudadanos son donantes, pero tendrían la oportunidad de manifestar su deseo de no serlo y podrían hacerlo fácilmente.

Es interesante señalar, nos dicen Thaler y Sunstein, que en el consentimiento implícito y explícito aquellos que no están de acuerdo con la preferencia por defecto tienen que registrarse para desvincularse.

Pues bien, los resultados del experimento son concluyentes: “cuando los participantes tenían que decidir activamente ser donante, sólo lo hizo un 42 por ciento. Pero, en la situación contraria, cuando la norma era serlo, decidió ser donante el 82 %. Sorprendentemente en la situación neutral, decidió casi serlo el mismo porcentaje 79 por ciento.”

Es remarcable que en la tercera situación –neutral- no había ninguna regla por defecto, simplemente tenían que elegir. La inercia lleva 82% a ser donante cuando ésta es la regla por defecto. Si se plantea como una elección entre opciones iguales, entonces la preferencia por ser donante llega al 79%. Sin embargo, si la regla por defecto es no ser donante, sólo son donantes el 42%. Estos resultados son muy interesantes para ver cómo el marco de las decisiones, la inercia y los costes de transacción son elementos relevantes en la toma de decisiones.

Desde esta perspectiva, Thaler y Susntein proponen que para decidir una opción se haga un click en el ordenador. La realidad es que los costes de gestión en la donación de órganos existen y, en ocasiones, suponen un desaliento a determinadas opciones.

Alentar y estimular la decisiones es un ejercicio para proveer un mejor panorama a los ciudadanos, donde la estrategia no es la prohibición, sino facilitar el ejercicio de decidir con estímulos adecuados, opciones por defecto, previendo los errores y promocionando el feedback. Esta es la arquitectura de las decisiones basada en Nudge.

Creencias, resultados y “efecto halo”

El efecto halo parte de la necesidad de dar sentido a la información.
El efecto halo parte de la necesidad de dar sentido a la información, pero está dentro de las falacias narrativas.

 

En su obra Pensar rápido, pensar despacio, el Profesor Daniel Kahneman expone otros fenómenos donde se ve la influencia de la Psicología en la Economía. Las percepciones, las imágenes y los pensamientos están más expuestos a influencias externas de lo que podría parecer. En este post, analizaré cuatro de estos fenómenos: la regresión a la media, el sesgo de retrospección, el sesgo de resultado y el efecto halo.

En los experimentos de Kanheman había llegado a una primera conclusión que afirmaba que las recompensas por los avances son más eficaces que los castigos por los errores. Explicando esta idea a unos militares que hacían de instructores de vuelo llegó a una conclusión más elaborada que sostenía que “a la mala ejecución, seguía normalmente una mejora y a la buena ejecución un empeoramiento, sin que el elogio o la reprimenda tuvieran aquí nada que ver.” La clave está en que los comportamientos son, en gran medida, aleatorios pero estadísticamente a un mal resultado le suele seguir uno mejor y a un buen resultado le suele seguir uno peor. Este fenómeno se llama regresión a la media.

La conclusión de Kahneman es un poco desalentadora ya que afirma que “el feedback que la vida nos somete es perverso. Como tendemos a ser agradables con los demás cuando nos complacen, y desagradables cuando no lo hacen, somos estadísticamente castigados por ser amables y recompensados por ser desagradables.” Esto merece dos reflexiones en el ámbito estratégico.

La primera idea es la que hace referencia a cómo se valoran de forma distinta los cambios. Si alguien, con la peor fama, comete una buena acción en un tema importante, será sin duda ensalzado como un suceso extraordinario. Si alguien, que se comporta bien con los demás, comete un fallo grave esto será algo imperdonable. En comparación la diferencia de background no se valora y es relevante especialmente la acción en cuestión. Lo que es particularmente injusto con quien normalmente se comporta bien con los demás.

La segunda idea en el ámbito de las interacciones entre los seres humanos es que ser agradables con los demás es un comportamiento mejor encaminado a conseguir las metas propuestas. Aunque el feedback no siempre sea el deseable. Pero de las respuestas posibles a nuestras acciones, las habrá buenas y malas, lo aconsejable es mantener el rumbo fijo a nuestros objetivos y sumar más que restar.

Otro de los fenómenos que ha estudiado Kahneman es cómo explicar los cambios de creencias ante nuevos hechos o ideas. En concreto, cómo se describen en el presente las creencias del pasado. De esta forma, Kahneman sostiene que “la mente inventa relatos sobre el pasado. Se comporta como órgano destinado a dotarlo de sentido. Cuando sucede algo que no hemos predicho, inmediatamente ajustamos nuestra visión del mundo para dar en él acomodo a la sorpresa.” Esto es lo que se denomina sesgo de retrospección.

Los cambios de creencias comportan que el sujeto incorpore nuevos valores desde los que analiza la realidad. La dificultad es entonces realizar una adecuada descripción de sus anteriores creencias. En este sentido, Kahneman sostiene que “una limitación general de la mente humana es su insuficiente capacidad para reconocer estados pasados de conocimiento o creencias que han cambiado. Una vez que adoptamos una nueva visión del mundo (o de una parte de él), inmediatamente perdemos buena parte de nuestra capacidad de recordar lo que solíamos creer antes que nuestro pensamiento cambiara”.

Desde las nociones de la estrategia se puede reflexionar que esto es una ventaja si se pretende cambiar las creencias de alguien y, de forma inversa, se deberían tener algunas prevenciones para cambiar nuestras creencias. En el segundo caso, sería difícil poder recuperar las creencias iniciales y eso podría ser un problema.

El pasado, presente y futuro tienen sus fenómenos asociados a las nociones de creencias y percepciones. De esta forma, explica Kahneman que “tendemos a culpabilizar a quienes deciden por buenas unas decisiones que tuvieron mal resultado y a no reconocerles medidas acertadas que solo parecen obvias después de aplicadas.” Esto es lo que se conoce como sesgo del resultado.

Esto puede hacer cierto aquello de que siempre se aplaude al ganador. El resultado final sirve para juzgar la idoneidad de las acciones, que fueron tomadas en un horizonte de incerteza y riesgo. El panorama cuando decidimos es muy distinto del panorama cuando se dan los resultados. El ejemplo que utiliza el autor para ilustrar este punto es el 11-S, cuando afirma “estamos dispuestos a creer que los funcionarios que no supieron prevenirlo fueron negligentes o estuvieron ciegos.”

Un fenómeno asociado al sesgo del resultado es el efecto halo. Está inspirado en el libro The Halo Effect de Philip Rosenzweig en el que se analizan obras de emprendedores y narran historias de éxito empresarial.

El efecto halo consiste en asociar al éxito, buenas cualidades del individuo y al fracaso, malas cualidades del individuo. Según este efecto, existe una armonía entre éxito y cualidades. En este sentido, Kahneman sostiene que “es probable que se diga del director de una compañía exitosa que es flexible, metódico y decidido. Imaginemos que ha transcurrido un año y las cosas han ido a peor. El mismo ejecutivo será entonces confuso, rígido y autoritario.”

Este efecto halo podría vincularse a la dinámica de los medios de comunicación. En el fondo, hace referencia a una noción más profunda que está implícita en estos ejemplos que propone Kahneman, el de la falacia narrativa. Se parte de la necesidad de dar sentido a las creencias, opiniones e historias. Lo que se pone en duda es que los hechos y la información que se manejen sea fiable en todos los casos. Es más, puede darse que las mismas creencias susciten reacciones distintas en el mismo sujeto y que se reinterprete la idoneidad de la acciones únicamente por su resultado.

Reescribir las historias, renegar de valores anteriores, halagar a los exitosos y criticar a los perdedores… Quizá el territorio de las percepciones y las creencias en los seres humanos sea particularmente sensible y está situado más en el ámbito de las ilusiones. Tenemos necesidad de dar sentido a lo que percibimos, pero el problema es que la vida es más compleja y llena de matices de lo que puede parecer. Ese es el encanto de vivir.

Supere el NO

La primera regla de Supere el no es "subir al balcón", pensar bien las decisiones importantes
La primera regla de Supere el NO es “subir al balcón”, no reaccionar y pensar bien las decisiones importantes

 

El método de negociación de Harvard está explicado en el famoso libro Getting to yes, al que he dedicado varios post. Uno de sus autores, William Ury, desarrolló más específicamente alguno de sus conceptos en la obra Supere el NO. Este libro tiene un subtítulo muy descriptivo cuando afirma Cómo negociar con personas que adoptan posiciones inflexibles. Ya en la introducción aclara que no se trata de negociar con personas con carácter difícil, sino más bien de cómo negociar en situaciones difíciles.

En este post analizaré alguna de las técnicas que se recogen en este libro ya que poder identificarlas es el primer paso para actuar en consecuencia y poder deshabilitar su efecto.

En Supere el No, Ury propone una estrategia de la penetración que afronte cinco elementos: a) La reacción de uno; b) Las emociones de los otros; c) La posición de los otros; d) El descontento de los otros; e) El poder de los otros.  El libro está dedicado a cada uno de estos elementos. Aquí me centraré en el primero, la reacción de uno mismo.

Podemos mencionar como reacciones naturales ante un ataque de otra persona, contraatacar, ceder o romper relaciones. La primera opción –contraatacar- supone responder en el mismo nivel a la otra parte y suele ser algo negativo y que enquista las relaciones, especialmente cuando se convierten en una sucesión de mails de agravios. La segunda opción –ceder- significa limitar el poder negocial por mantener una buena relación personal y en ocasiones, puede derivar en cierta forma de explotación. Romper las relaciones, la tercera opción, es una salida radical para determinadas insatisfacciones en la relación y, en la mayoría de situaciones, no se justifica.

Frente a estas reacciones naturales, Ury propone que No reaccione: suba al balcón. Esto significa que en las negociaciones, es bueno analizar las situaciones desde la distancia, como si fuera algo ajeno. Es importante eliminar el elemento emocional que está implícito en toda negociación. A este respecto, Ury dice que subir al balcón significa desprenderse de los impulsos y las emociones naturales. Si en el curso de una negociación, se produce un exabrupto emocional es aconsejable que las emociones fluyan y, cuando sea adecuado, retomar la reunión en el punto donde se había dejado.

Una de funciones básicas de aprender estrategia, y que subyace en el espíritu de Estrategia Minerva Blog, es saber identificar las tácticas de la otra parte, especialmente si tienen un componente de estratagema, engaño, simulación, etc. Es relevante conocer estrategia para no verse explotado por personas que utilizan trucos que no son lo que parecen.

Un paso importante para desmontar una táctica de este estilo es identificarla y poner de manifiesto, en el curso de la negociación, que se está siendo utilizada.  La primera táctica de la que habla Ury es el muro de piedra. Esta táctica consiste en no ceder. Se trata de trasladar a la otra parte la firme convicción de que no hay alternativa a la solución propuesta. Es una forma de negociador inflexible, que no admite ningún tipo de concesión.

La forma de ir contra el muro de piedra es identificar la táctica y realizar un análisis profundo de los intereses y las necesidades de la otra parte. Para este análisis es necesario contar con sus propias declaraciones y con fuentes de información imparciales. El ejemplo clásico es la compraventa de un apartamento, donde además de la información de los vendedores, es bueno contrastar en otra agencia el precio medio de los inmuebles de la zona.

La segunda estratagema son los ataques, que se componen de tácticas de presión diseñadas para intimidar o hacerlo sentir incómodo a una parte que le lleven finalmente a ceder. La más habitual es la amenaza donde se presenta una consecuencia negativa si se sigue la alternativa de no ceder. La forma de desmontar estas amenazas consiste en analizar bien su credibilidad y obrar en consecuencia. En ocasiones se formulan amenazas de forma estratégica sin una voluntad real de cumplirla, solo para cambiar la voluntad de la otra parte.

La tercera estratagema son los trucos, que son tácticas encaminadas a engañar a una parte. En estos casos, se suelen dar informaciones sesgadas o con datos falsos. En el contexto de las negociaciones, es relevante el hábito de la comprobación imparcial de los datos y no debe verse como un síntoma de desconfianza, sino como una forma profesional de proceder.

El consejo de Ury es que es relevante identificar estas tácticas cuando son utilizadas, pero tampoco tener la certeza absoluta, sino verlas como indicios acerca de la actitud y estilo de la otra parte.

También es relevante analizarse uno mismo. Ury recomienda que conozca sus puntos vulnerables. Esto significa que es necesario conocer las propias emociones y, en ocasiones, nuestros gestos faciales o la posición del cuerpo pueden ser más ilustrativos de nuestros pensamientos de lo que creemos. Es relevante controlar las emociones a la hora de gestionar asuntos relevantes y especialmente que esas emociones no condicionen el resultado final.  

En el contexto de las negociaciones, en determinadas ocasiones, Ury aconseja haga una pausa y calle. La pausa puede servir para subir al balcón y tomar distancia. También para separarse de las emociones y los impulsos. Pero es importante callarse porque, en muchas ocasiones, en estas pausas informalmente se ofrece mucha información, e incluso concesiones, a la otra parte.

De esta forma, Ury afirma que tómese tiempo para pensar. Es relevante analizar las diversas alternativas y los pros y contras de las diversas opciones de la negociación.  Se han de explorar los intereses conjuntos y divergentes de las partes porque, en ocasiones, personas con intereses diferentes pueden llegar a acuerdos inteligentes y cooperativos para ambas partes.

En el siguiente pasaje, Ury aconseja que no se apresure cuando se trate de decisiones importantes. Las decisiones más relevantes requieren de tiempo, de análisis, de recibir consejo de expertos y sopesar las ventajas e inconvenientes. No son buenas las prisas cuando se trata de algo importante, aunque también es cierto que no se debería dejar escapar una buena oportunidad. Pero solo sabremos que es una buena oportunidad después de haber analizado otras alternativas.

En síntesis, Ury afirma que nuestro impulso natural ante una situación o persona difícil es reaccionar, pero eso es también el peor error que podemos cometer. En lugar de perder los estribos o tratar de desquitarse, concéntrese en obtener lo que desea.

Napoleón, ferviente maquiavélico

Napoleon Bonaparte, emperador de Francia, era un admirador de Nicolás de Maquiavelo.
Napoleón Bonaparte, emperador de Francia, era un admirador de Nicolás de Maquiavelo.

 

Una de las preocupaciones de Estrategia Minerva Blog es la conexión entre Práctica y Teoría. Por eso es particularmente interesante llegar a conocer cómo piensa realmente alguien que ha ejercido el poder. Desde esta perspectiva, resultan especialmente ilustrativo los comentarios que realizó Napoleón Bonaparte, en diversas etapas de su vida, a El Príncipe de Maquiavelo. De este forma, el militar y gobernante francés muestra su admiración, en diferentes apuntes, por el que algunos consideran padre de la Ciencia política. Es más, en ocasiones, Napoleón va más allá de la sonrisa de Maquiavelo.

A continuación, se mostrarán diversos pasajes de El Príncipe de Nicolás de Maquiavelo, el comentario de Napoleón y su aplicación a los ámbitos de la estrategia.

XV. De las cosas por las que los hombres, y especialmente, los príncipes son alabados o censurados

En una frase paradigma de la visión de Maquiavelo, afirma: “es necesario que un príncipe que desee mantenerse en su reino, aprenda a no ser bueno en ciertos casos y a servirse y no servirse de su bondad, según las circunstancias lo exijan”. A lo que Napoleón comenta: “dígase lo que se quiera, lo esencial para el príncipe, en un Estado, es conservarlo y mantener en él el orden.”

Este es un tema central para caracterizar la política como un ámbito distinto de la ética, propio del realismo político. Según esta visión, que defiende Maquiavelo, la política tiene unas virtudes que son distintas de la ética y de la religión. El maquiavelismo es un arte de la simulación y disimulación y según la conveniencia mostrará unos valores u otros, pero el objetivo central es siempre que el príncipe mantenga el poder y la unidad de la patria. Napoleón coincide enteramente en esta visión.

XVII. De la clemencia y la severidad y si vale más ser amado que ser temido

Otro tema tópico de Maquiavelo es cuando afirma: “aquí se presenta la cuestión de saber si vale más ser temido que amado. Respondo que convendría ser una y otra cosa conjuntamente pero que dada la dificultad de este juego simultáneo y la necesidad de carecer de uno y de otro de ambos beneficios, el partido más seguro es ser temido antes que ser amado.” Ante esto, Napoleón comenta que: “me basta con uno de estos dos beneficios.”

Podría interpretarse que esto es una consecuencia más de la separación de los ámbitos de la política y de la ética. Napoleón está en la misma línea que Maquiavelo. Esto alude también a las peliaguda cuestión de las emociones en las negociaciones y en la toma de decisiones.

Un buen estratega ha de saber gestionar el conflicto donde estén implicadas emociones de la forma más eficaz con respecto a sus intereses. El elemento emocional puede jugar un papel, incluso desorbitado, en determinadas ocasiones y es importante tener en cuenta de la mejor manera.

XVIII. De qué modo deben guardar los príncipes la fe dada

Sobre este asunto, Maquiavelo sostiene que: “pero es menester encubrir este proceder artificioso y ser hábil en disimular y fingir.” A lo que Napoleón comenta: “los más astutos no podrán negarme esta habilidad y el Papa daría noticia de ella.”

Napoleón se muestra como un discípulo aventajado de Maquiavelo. Dentro del modelo maquiavélico la simulación y el disimulo es un elemento clave ya que el objetivo, por encima de todo, es el éxito.

La cuestión es que con pocas interacciones esto podría funcionar, pero a medio y largo plazo es importante construir la fama de una persona fiable, con la que llegar a buenos acuerdos.

XXIII. Cuando debe huirse de los aduladores

Maquiavelo afirma que “no existe posibilidad de hallar dispuestos de otra manera a los ministros, porque los hombres son siempre malos, a no ser que se les obligue por la fuerza a ser buenos.” A lo que Napoleón sostiene “verdad irrechazable, que basta para que los ministros y los cortesanos alejen del príncipe toda lectura de Maquiavelo.”

La visión sobre la naturaleza humana de Maquiavelo es pesimista. Suele considerarse que él inicia el realismo político donde, frente a visiones más idealistas, planteaba “las cosas como realmente son”. Napoleón muestra su ironía al sugerir que los subordinados prohíban a un gobernante leer a Maquiavelo.

En todo caso, desde la estrategia, pueden darse dos consejos: a) Saber detectar a las malas personas; b) Influir para que la reglas del sistema obliguen a comportamientos honrados y cooperativos.

XXV. Dominio que ejerce la fortuna en las cosas humanas y como resistirla cuando es adversa

Sobre este tema, Maquiavelo sostiene que “como nuestro libre albedrío no queda completamente anonadado, estimo que la fortuna es árbitro de la mitad de nuestras acciones, pero también que nos deja gobernar la otra mitad, o al menos, buena parte de ellas.” A lo que Napoleón afirma que “San Agustín no discurrió mejor sobre el libre albedrío. El mío ha domado a Europa y hasta a la misma naturaleza.”

Este punto es un clásico de la Filosofía de todos los tiempos, la controversia entre libre albedrío y determinismo. La visión de Maquiavelo es que somos libres la mitad de las veces y que estamos condicionados por el azar de la fortuna, la otra mitad. Napoleón alaba con grandes palabras esta visión, pero en un acto de soberbia afirma, entre otras cosas, que él ha domado hasta la misma naturaleza.

Desde el punto de vista de la estrategia, se ha de tener prevista una respuesta para las posibles situaciones que dependen del azar o las circunstancias. En un entorno de conflicto y cooperación, es bueno no dejar nada al azar. Esto significa realizar varios planes alternativos y estudiar los pros y contras de cada curso de acción.

Napoleón Bonaparte es un gobernante que marcó el rumbo de Europa. En estos comentarios a la obra de Maquiavelo, demuestra que es un ferviente admirador del pensador florentino. La duda es si Maquiavelo consideraría a Napoleón su modelo ideal de gobernante.

Frontino, la clave son las expectativas

El resultado final depende del planteamiento del que se parte.
El resultado final depende del planteamiento del que se parte.

 

La obra Stragemata de Frontino es un clásico de la estrategia militar en la época clásica. Una de sus características es que está redactada en forma casuística haciendo referencia en cada tema a historias o anécdotas que debían ser ampliamente conocidas en ese tiempo.

En este post, me ocuparé de una serie de tácticas y estratagemas, que relata Frontino, que tienen como punto común que se vinculan a las expectativas de las partes. Este es un elemento clave de la estrategia. Saber gestionar las expectativas de las partes con el objetivo de conseguir unos intereses determinados es algo razonable. Como se verá, algunos ardides militares estarían dentro del modelo maquiavélico y su lema “el fin justifica los medios”. Algunos son trucos sucios y todo buen estratega debe saber reconocerlos y tomar medidas adecuadas al respecto.

A continuación, el análisis de las estratagemas de Frontino con un comentario sobre su relevancia desde los valores generales de la estrategia.

Sobre como inspirar pánico en las filas enemigas

IV.5.- El cónsul Cayo Sulpicio Pético cuando estaba por luchar contra los galos, ordenó a ciertos arrieros que se retiraran en secreto con sus mulas a las colinas cercanas, y luego, después que el enfrentamiento hubiera comenzado, se exhibieran repetidamente a los combatientes, como si montaran sobre caballos. Los galos, por lo tanto, imaginando que venían los refuerzos, retrocedieron ante los romanos, aún estando ya casi victoriosos.

Esta sería una forma de engaño. Se simulaba, desde la distancia, que iban a llegar refuerzos cuando no es cierto. El engaño es un ejemplo clásico de truco sucio dentro de las negociaciones. La forma de evitarlo es la comprobación imparcial de los datos y poder acudir a varias fuentes de información. En ocasiones, esto puede ser visto como una forma de desconfianza, pero es precisamente la comprobación imparcial lo que puede evitar este tipo de trucos de una de las partes. Ha de ser admitido como algo normal en este tipo de situaciones.

Cómo disimular reveses

VII.10 El cónsul Tito Quincio Capitolino, habiendo los romanos cedido terreno en una batalla, afirmó falsamente que el enemigo había sido derrotado en el otro flanco. Así, dando coraje a sus hombres, obtuvo la victoria.

Esta sería una forma de mejorar la expectativas,  y con ello el resultado final, de una de las partes. Me recuerda, en el contexto de las negociaciones, a los movimientos estratégicos después de la primera oferta en un determinado trato. Si la expectativas son pocas y el BATNA –mejor alternativa a un acuerdo negociado- es bajo, la contraoferta de la otra parte será similar a la primera oferta. En cambio, si hay moral de victoria, la expectativas son elevadas y el BATNA es alto, entonces seguramente la contraoferta será sensiblemente distinta de la propuesta inicial de la primera oferta.

Como producir la impresión de abundancia de lo que se carece

XV.1.- Cuando el Capitolio fue sitiado por los galos, los romanos, en el extremo de la hambruna, lanzaron pan entre el enemigo. Produjeron así la impresión de que ellos estaban bien provistos de alimentos, y así resistieron el sitio hasta que Camilo llegó.

Esta sería una forma de simulación para cambiar las expectativas de la otra parte. Tiene un componente de engaño, pero es un ardid ingenioso. Nadie pensaría que si estaban hambrientos, lanzarían pan al enemigo. El punto clave es que, frente a la otra parte, un punto débil se convierte en un punto fuerte. Se simula tener alimento, cuando se carece de él, y con ello se cambian la expectativas de la otra parte.

Sobre la determinación (la voluntad de vencer)

IV.22.- Los habitantes de Segovia, cuando Viriato les propuso devolverles a sus mujeres y niños, prefirieron presenciar la ejecución de sus amados más que fallar a los romanos.

IV.23.- Los habitantes de Numancia prefirieron encerrarse en su casa y morir de hambre antes que rendirse.

En toda estrategia se han de establecer una serie de prioridades entre diferentes elementos. En estos ejemplos que propone Frontino el objetivo es la vitoria y en un caso, se renuncia a los seres amados y, en el otro, incluso se trata de morir de hambre. Esto puede hacer reflexionar, en el contexto de las negociaciones, en la firmeza de los compromisos. Estos son figuras estratégicas donde una de las partes  autorestringe su voluntad a la espera de una contrapartida.

Estos compromisos son elementos centrales de las negociaciones y son un elemento estratégico ya que modifican las expectativas de forma estable. Los ejemplos de Segovia y Numancia, que relata Frontino, son casos extremos porque suponen la renuncia de elementos de valor vital para obtener una victoria militar, pero la moraleja es que la determinación en la voluntad de vencer comportará mejores resultados.

Julio Cesar, Zona de Posible Acuerdo (ZOPA) en Guerra Civil

Julio Cesar se enfrentó a Pompeyo en la Guerra civil antes de conocer de Cleopatra
Julio Cesar se enfrentó a Pompeyo en la Guerra civil antes de conocer a Cleopatra

 

En un libro, titulado Guerra civil, Julio Cesar narra los conflictos políticos y militares con el Senado romano y especialmente con su rival Pompeyo. Los cuales originaron una auténtica Guerra civil entre grupos contendientes que buscaban hacerse con el poder.

En este post, analizaré las sucesivas propuestas de paz que se hicieron Julio Cesar y Pompeyo, bajo la óptica de análisis de la ZOPA. La Zona de Posible Acuerdo -conocida como ZOPA- es un marco de referencia que es relevante en toda negociación.  Está definida entre los dos BATNA de las partes. Es decir, entre las Mejores Alternativas a un Acuerdo Negociado de cada jugador. Otra forma de expresarlo consiste que definir la ZOPA como el margen entre los dos precios de reserva de cada parte. O sea, los precios mínimos que la partes está dispuesta a aceptar en una negociación.

En la obra Guerra Civil, se narra como surgen los conflictos por el poder en Roma. En un momento determinado, Pompeyo hace llegar a  Julio Cesar una propuesta de acuerdo, en los siguientes términos: “que Cesar volviera a la Galia, se retirara de Rímini, licenciara sus ejércitos; si cumplía estas condiciones, Pompeyo iría a Hispania. Hasta que hubiese seguridad de que César cumpliría lo que prometía, los cónsules y Pompeyo no cesarían de hacer levas.” (I.10)

El análisis desde la ZOPA es que los BATNA de las partes no permiten un acuerdo en esos términos. El trato propuesto es que Julio Cesar debe retirarse y desarmarse mientras sus adversarios no dejan de armarse. Julio Cesar preferirá combatir con sus actuales fuerzas, antes que desarmarse. Pompeyo concede irse a Hispania pero sólo después que haber armado sus ejércitos. El pacto es desigual para las partes en la relevancia estratégica de las concesiones que se proponen. De esta forma, la parte a la que se le pide mayor esfuerzo –desarmarse-, encontrará fácilmente una mejor alternativa al acuerdo propuesto.

Avanzan los acontecimientos y es ahora Julio Cesar quien realiza una propuesta de acuerdo de paz a Pompeyo, en los siguientes términos: “que no se causasen más daños a sí mismos ni a la república. Ellos mismos eran ya bastante prueba, por sus propios desastres, de cuánto poder tiene la fortuna en la guerra. Esta era la única ocasión para tratar de la paz, mientras ambos confiaban en sus fuerzas y se consideraba igual su poder; si la fortuna ayudaba nada más un poco a uno de los dos, el que se considerase superior no admitiría condiciones de paz ni se consideraría satisfecho con una parte en que confiara poseerlo todo.

Puesto que antes no había podido llegar a un acuerdo, las condiciones de paz debían ser pedidas en Roma al Senado y al pueblo romano”. (III. 10)

Este acuerdo parte de la igualdad de fuerzas y utiliza la figura de un arbitraje del Senado. Es interesante la reflexión que realiza Julio Cesar donde la igualdad de fuerzas es más favorable a la paz, mientras que si una parte es más afortunada en el combate, buscará vencer en la batalla a la otra.

Lo que quiere decir Julio Cesar es que es posible el acuerdo si las dos partes tienen un BATNA similar. Si una parte tiene un BATNA muy bueno –tiene muchas posibilidades de ganar guerra- no hay posibilidad de acuerdo. La Zona de Posible Acuerdo -ZOPA- se ampliaría con la incerteza hacia el resultado final desde dos BATNA medianos.

Acudir a una tercera parte para solucionar una controversia es una forma legítima, y  muy utilizada,  siempre que se garantice su imparcialidad de criterio.

Ante la propuesta de paz de Julio César, la respuesta de Pompeyo fue: “¿Qué me importa a mí la vida o la ciudad si se ha de creer que la tengo por beneficio de César?; esta creencia no podrá ser borrada, puesto que se creerá que por él he sido restituido a Italia, de donde salí” (III.18).

Aquí cabe recordar la regla “Separar la personas del problema” de Fisher y Ury. Una parte no quiere entrar a pactar porque cualquier solución parecerá un éxito de la otra parte. Además de una cuestión de jerarquía entre ambos, lo relevante en este caso parecen ser las emociones que obstaculizan cualquier acuerdo. Esto conduce necesariamente al conflicto.

Prueba de esto son las palabras de un oficial del ejército pompeyano, llamado  Labieno, quien en un momento de las negociaciones dijo: ”Cesad ya de hablar de la paz, pues para nosotros no puede existir ninguna paz si no se nos trae la cabeza de César” (III.20).

Parece claro que existe un problema emocional y que el objetivo declarado de una parte es  la muerte de Julio Cesar. En este caso, no existe ZOPA. No hay acuerdo posible si una parte solo quiere la muerte de César para llegar a la paz. La alternativa de la otra parte es combatir y defender la vida de Julio César.

El final de Pompeyo también nos enseña sobre estrategia. Sus ejércitos fueron vencidos por los de Julio César y se embarcaron hacia Siria. Allí pidió ayuda a Tolomeo, rey de Egipto, que estaba enfrentado a su hermana Cleopatra, que más adelante tuvo una relación con Julio César que ha sido mitificada. Por miedo a la amenaza que suponía o por desprecio del infortunio, los consejeros de Tolomeo acordaron responder a Pompeyo amablemente en público y ocultamente enviaron a dos emisarios con el fin de matarle (III.104).

Esta historia entre Julio Cesar y Pompeyo puede hacer reflexionar sobre algunos aspectos: a) Sobre la necesidad de establecer una Zona de Posible Acuerdo (ZOPA) según los BATNA de las partes, su mejor alternativa a un acuerdo negociado. La clave del poder negocial es tener un buen BATNA, una buena alternativa a negociar; b) Hacer una gestión adecuada de las emociones. No deben ser un objetivo, en sí mismas, de la negociación; c) Acudir a terceras partes cuando su imparcialidad de criterio esté garantizada.

El arte del compromiso

La disuasión se basa en influenciar las expectativas de los demás.
La disuasión se basa en influenciar las expectativas de los demás.

 

En plena Guerra fría, en 1966, Thomas Schelling escribió un interesante libro, titulado Arms and influence, sobre relaciones internacionales desde los planteamientos esbozados en la Estrategia del conflicto.  En esta nueva obra, se traza una distinción entre la pura fuerza, o la estrategia militar que busca la victoria, y un tipo de diplomacia, que llama coercitiva, donde el potencial militar es utilizado para influenciar a otros países, su gobierno o su pueblo por daño que podría hacérseles. Schelling considera que este no es el enfoque habitual , sino la parte más fea, más negativa y menos civilizada de la diplomacia. El considera que pese que podría parecer episódico, este enfoque es central en las relaciones internacionales de Estados Unidos por las ultimas dos décadas.

El interés de estos argumentos es que los elementos estratégicos de determinados campos se pueden trasladar, salvando las distancias, a otros ámbitos. Se puede aprender de la inteligencia estratégica y extraer buenas consecuencias y juzgar los caminos más intransitables.

Diplomacia significa negociación mientras que la fuerza es una cuestión militar. La diplomacia coercitiva significa aumentar el poder de negociación por la posibilidad de daño a otro país. Schelling afirma que “la fuerza bruta tiene éxito cuando es utilizada, mientras que el poder de herir es más exitoso cuando se mantiene en la reserva. Es la amenaza de peligro, o que vendrá más peligro, que puede hacer que alguien ceda o cumpla.” Una amenaza seria y creíble sobre el uso de la fuerza puede hacer que alguien cambie de comportamiento. El punto relevante es que la amenaza tiene un componente estratégico en su formulación -que debe ser creíble-. Si tiene éxito, la otra parte cambiará su curso de acción y no hará falta hacer uso de la fuerza.

Esta forma de entender la diplomacia tiene como concepto central el de disuasión –deterrence-. Es una tradición en los planes militares atender a las capacidades del enemigo, no sus intenciones. Pero la disuasión es sobre intenciones –no sólo estimar las intenciones del enemigo, sino influenciarlas. La parte más difícil es comunicar nuestras propias intenciones.

Como afirma Schelling, “luchar es un acto militar, pero persuadir a tus enemigos o aliados que uno lucharía, bajo circunstancias de gran coste y riesgo, requiere más que capacidad militar. Requiere proyectar intenciones. Requiere tener esas intenciones, incluso deliberadamente adquirirlas, y comunicarlas persuasivamente para que otros países se comporten.” El elemento relevante es que este tipo de diplomacia se basa en proyectar las propias intenciones e influenciar las intenciones de los demás. De esta forma, se consiguen los objetivos previstos.

Una paradoja de la disuasión consiste en que si quieres hacer una amenaza creíble no ha de haber una diferencia crítica en la posible respuesta de la otra parte. Podría darse una contra-amenaza que anulase la ventaja estratégica. Precisamente este punto es especialmente relevante en la guerra nuclear y en la carrera armamentística.

La diplomacia coercitiva, según Schelling, tiene elementos de disuasión y persuasión donde tienen perfiles distintos. La disuasión –deterrence–  comporta que la condiciones del escenario como no intrusivo, no hostil, no provocativo. El acto intrusivo, hostil o provocativo es habitualmente el que ha de ser disuadido, la amenaza disuasoria solo cambia las consecuencias si el acto en cuestión se realiza.

La persuasión -compellence-, en contraste, habitualmente comporta iniciar una acción -o un compromiso irrevocable a la acción- que puede cesar solo si el oponente responde.

Desde el punto de vista de la estrategia, generalmente hablando, se pueden extraer algunas conclusiones sobre estas ideas de Schelling: a) La disuasión se produce por la amenaza del daño potencial que se puede hacer a la otra parte, pero no por utilizar la fuerza; b) Las amenazas han de ser creíbles y serias y saber reaccionar a las posibles represalias de la otra parte; c) La disuasión se basa en proyectar intenciones e influir en las intenciones de los demás; d)  La disuasión se caracteriza por conseguir un objetivo con un escenario no hostil y no provocativo.

La mejor lección estratégica de la diplomacia coercitiva, según Schelling,  podría ser que para conseguir un objetivo, antes que recurrir a uso de la pura fuerza, es más adecuado proyectar nuestras intenciones e influir en las intenciones de los demás.