Tácticas y trucos negociales

Las tácticas o trucos negociales pueden cambiar las percepciones e influir en las acciones de las partes en una negociación .

La Real Academia define táctica como: “método o sistema para ejecutar o conseguir algo” mientras que truco es definido como: “ardid o trampa que se utiliza para el logro de un fin.” Parece que el uso de tácticas sería algo propio de cualquier estrategia: poner los medios para conseguir un fin determinado. Los trucos serían más controvertidos moralmente, porque en los medios utilizados, directa o indirectamente, puede haber un cierto elemento de engaño o de manipulación de percepciones. 

Sobre la valoración ética de tácticas y trucos negociales cabe remitirse al debate más general sobre si el ‘fin justifica los medios’ en la línea de Maquiavelo. Sobre su uso estratégico, el primer punto es que se deben conocer estas tácticas –gambits– para poder identificarlas correctamente. En segundo lugar, se ha de saber reaccionar adecuadamente para desmontar estas tácticas y trucos negociales, ya que son una forma de sacar cierta ventaja sobre la otra parte, a partir de manipular sus percepciones y expectativas.  

En la obra “Managing negotiations. How to get a better deal”, Gavin Kennedy, John Benson, John McMillan ofrecen un amplio catálogo de estas tácticas o trucos negociales:

Un disparo

Esta táctica negocial consiste en utilizar la adhesión a las condiciones de la otra parte, en determinado punto, como condición inexcusable para seguir las negociaciones, o incluso, las relaciones entre las partes. Kennedy, Benson y McMillan ponen un ejemplo de la táctica del disparo:

“A no ser que Vd. no esté de acuerdo inmediatamente… no estamos preparados para discutir nada más” (habitualmente acompañado de una amenaza de sanción). 

Tu oponente está forzándote a que abandones alguna posición que mantienes, así como, debilitar tu habilidad para extraer concesiones de él -desde esa posición- en áreas que tú -de hecho- sí puedes negociar. Tú oponente pide una adhesión inmediata a su visión negocial. Por ejemplo, en la insistencia de una precondición para la negociación donde el mayor principio está en juego: “No hay negociación con los Estados Árabes a no ser que reconozcan al Estado de Israel” o viceversa, “…al Estado de Palestina.”

Tu respuesta esta condicionada por el equilibrio de poder. Las grandes compañías o bancos suelen utilizar esta táctica al tratar con sus clientes, donde estamos en un mercado de libre competencia, pero individualmente se funciona con contratos de adhesión. Para saber reaccionar a esta táctica, se ha determinar si las pretensiones de la otra parte responden a una posición real de poder en el panorama estratégico de la situación. 

Fuera-de-los-límites  

En relaciones formales no es extraño para las partes especificar la extensión y la naturaleza de los límites en los que están de acuerdo en adherirse. En este contexto, 

no es extraño ver utilizada la táctica “fuera de los límites” en la siguiente formulación:

“El tema de …, por lo que a mí respecta, no es negociable” (habitualmente acompañado de los temas que son negociables).

Esto es relevante, por ejemplo, en negociaciones donde se dan elementos ideológicos, con connotaciones emotivas de gran impacto, que se ponen como límites infranqueables para sentarse a hablar o iniciar -o romper- una negociación. Se da otro elemento estratégico, que tiene que ver en por qué negocian las partes y si podrían conseguir sus objetivos unilateralmente. Lo que se conoce como las dimensiones del BATNA. Habitualmente estamos en situaciones de interdepedencia, donde se dan relaciones complejas entre las partes.

La forma de encarar esta táctica “fuera-de-los-límites” es ir poco a poco, tratando otras cuestiones: “dejemos esto a un lado, hablemos de otros temas”. Y en el momento oportuno, saber plantear de forma sintética los elementos relevantes que componían la propuesta inicial.

Policía bueno, policía malo

Esta táctica se ha visto muchas veces en las películas, en los interrogatorios a sospechosos por una pareja de policías, donde uno tiene un papel antagonista y otro, un papel cooperador. En la táctica negocial, tu oponente abre con una línea muy dura sobre el tema, puede aludir incluso a amenaza de sanciones. Está acompañado por otro miembro de su equipo (a veces él mismo juega los dos papeles), que manifiesta un punto de vista más razonable en comparación con el primer hablante, aunque este ‘razonable’ puede ser aún inaceptable para ti. 

Esta es una de las tácticas mas antiguas y habitualmente es exitosa, aunque tiene sus riesgos. Es una forma de manipular las percepciones, donde claramente desde el inicio se trata de un truco o táctica concertada por la otra parte. Lo primero es saber identificarla, cuando está siendo utilizada en una negociación, y saber reaccionar estratégicamente, para obtener el mejor resultado posible. 

Frente ruso

Es una adaptación de la táctica policía bueno, policía malo, utilizando propuestas alternativas en vez de estilos alternativos de presentación. A tu oponente se le ofrecen dos elecciones, una de ellas peor (para él) que la otra. Se siente intimidado a aceptar la otra oferta, para evitar la que es horrible (‘cualquier cosa, pero no me envíes al Frente Ruso’). Las posibilidades de éxito dependen de la credibilidad de las alternativas.

Tu oponente puede introducir una propuesta que es totalmente inaceptable para ti pero tu crees que el tiene la intención de forzarte a implementarla. Entonces, te sientes  afortunado de escapar de esa posibilidad -que era creíble para ti- de haber podido estar en el Frente Ruso.

Como se trata de una táctica o truco, quizá no exista ese Frente Ruso y la opción elegida, que también te parecía inaceptable en un principio, es la codiciada victoria en una posición de tu oponente. Una formar de hacer frente a esta táctica es utilizar el descarte de opciones extremas como una forma de intercambio mutuo en el espacio negocial.

Sofistas, educadores para el éxito

Los sofistas eran maestros de retórica, capaces de dar argumentos en favor de casi cualquier punto de vista
Los sofistas eran maestros de retórica, capaces de dar argumentos en favor de casi cualquier punto de vista

 

En la Grecia clásica, el término sophos aludía a los sabios y de allí evolucionó a la palabra sophistes, que, en principio, eran sinónimas, pero más adelante la segunda tuvo una connotación negativa. De ahí surge la palabra sofisma, que según la Real academia, significa “razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso.” Los sofistas suelen tener mala fama porque son el objeto preferido de crítica en los diálogos platónicos. Sin embargo, se pueden considerar aspectos positivos en los sofistas, que algunos consideran que fueron los primeros humanistas.

Existe un libro precioso que explica el origen de la educación en la Grecia clásica. Se llama Paideia y lo escribió Jaeger. En esta obra se va contra la imagen tópica de los sofistas, es más, se les otorga un importante papel. En concreto, en el origen de la educación en el sentido estricto de la palabra: la paideia. En el siglo V a. C. se da un movimiento educador donde tiene origen la idea occidental de cultura. Como afirma Guthrie, probablemente se suponía que un sophistés debería ser un maestro educador.

A continuación, se destacarán algunas características de los sofistas, con comentarios en la línea de Estrategia Minerva Blog.

Profesionalismo

Filosofía y democracia tuvieron el mismo contexto de descubrimiento, la polis de Atenas. La democracia requería de ciudadanos activos que debatieran sus ideas en el Agora. Para hablar en público era necesaria una educación que los sofistas fueron los primeros en dar. Los sofistas eran los educadores de los ciudadanos para la democracia. Jaeger precisa que eran los educadores de los nobles y caudillos.

Una de las características que en aquel tiempo eran objeto de crítica era el hecho que los sofistas recibieran dinero a cambio de sus clases. Su característica era el profesionalismo frente al amor por el saber de Sócrates y su enfoque filosófico. Actualmente el profesionalismo es algo a reivindicar, también en el sentido de que en todas las disciplinas existen buenos y malos profesionales y se han de destacar las cualidades y virtudes de lo que supone ser un buen profesional, en eso consiste la ética de las profesiones.

Técnica retórica

Los sofistas educaban en la areté política, que se componía de actitud intelectual y oratoria. Eran expertos en el uso de técnicas de retórica y elocuencia que, a veces, utilizaban en exhibiciones públicas de oratoria y en las que enseñaban a sus discípulos.

Una de las técnicas que utilizaban se denominaba erística que consistía en una serie de habilidades y técnicas dialécticas que tenían como objetivo vencer al adversario en un debate. La erística era necesaria en el debate de los asuntos públicos en la polis de Atenas donde regía un sistema democrático, que se basaba en la igualdad y la participación de sus ciudadanos. Guardando algunas distancias, se podría decir que los sofistas educaban a los ciudadanos para conseguir el éxito de sus propuestas.

Como sostiene Gorgias, “la palabra es un poderoso soberano” y la democracia, en ocasiones, se define como el gobierno del mejor argumento. En este contexto, un sofista podría definirse como “un maestro en el arte de hacer pronunciar agudos discursos.” Platón, Protágoras, 312d.

Con el poder de persuasión de las palabras, después de que alguien era entrenado, se conseguía convencer a pequeños y grandes auditorios. De ahí que Peitho, la persuasión, era una diosa poderosa como “el ser encantador a quien nada se niega”. Los sofistas eran expertos en el arte de hablar, arte de los lógoi. El sofista cuando enseña la areté –excelencia- política, denomina a su profesión techné –técnica- política.

Los sofistas son los primeros coach, eran entrenadores y preparadores en el arte de la retórica y la elocuencia. También eran los primeros spin doctors o asesores políticos donde desarrollarían una determinada visión del poder y consejos para conservarlo. Lo relevante es que la educación en la democracia comporta el dominio de una serie de técnicas ya que hablar en público requería una determinada formación. El éxito requiere dominar una serie de técnicas.

Relativismo

La mala fama de los sofistas viene de aquellos que les acusan de ser capaces de defender algo y su contrario, sin demasiados problemas. O, en otras palabras, los sofistas serían el origen de los sofismas, que sería un razonamiento falso o que se basa en falsedades. Sin embargo, para otras visiones, los sofistas son los primeros humanistas.

Como sostiene Jaeger, las más modernas historias de la Filosofía consideran que los sofistas fueron fundadores del subjetivismo y relativismo filosófico. Esto significa que el supuesto epistemológico que todos compartían era que: “el conocimiento no podía sino ser relativo para el sujeto perceptor.”

Un ejemplo de este relativismo lo ofrece Gorgias cuando afirma que no había que reprochar nada al retórico si sus alumnos empleaban su habilidad para fines torcidos, como tampoco se puede reprochar a un instructor de boxeo si su alumno va y derriba a su padre. Esto está vinculado a la ética de las profesiones, a la adecuación ética de medios y fines.

Se podría decir que los sofistas afirmaban un escepticismo crítico que contrasta con su defensa de la democracia o la igual dignidad humana, en la no se distingue al más aristocratizante Platón, su fervoroso crítico.

Quizá se podría decir que los sofistas afrontan el tema del poder como un antecedente del pragmatismo maquiavélico. Ambos enfoques buscan el éxito y aconsejan cómo conseguirlo de forma realista, a veces cínica, a veces sagaz.

Clausewitz, medios y fines para la victoria

Clausewitz creía que la guerra es la mera continuación de la política por otros medios
Clausewitz creía que la guerra es la mera continuación de la política por otros medios 

 

Uno de los estrategas militares más renombrados es Carl von Clausewitz (1780-1831). Fue un militar y pensador prusiano y escribió una obra titulada De la guerra. En ocho volúmenes, se ocupa de cuestiones sobre la ciencia militar, la estrategia, la táctica, sin dejar de hacer reflexiones con trasfondo filosófico o moral. 

A continuación comentaré algunos fragmentos de esta obra en relación a aspectos generales de las interacciones estratégicas en diversos ámbitos.

Guerra y Poder

En el inicio de su obra, Clausewitz empieza con una definición: “la guerra constituye, por tanto, un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad.” Y a continuación, sostiene que “la fuerza, es decir, la fuerza física constituye así el medio; imponer nuestra voluntad al enemigo es nuestro objetivo.”

La guerra está relacionada con el poder. En este sentido, es interesante la clásica definición de poder que ofrece Max Weber: “la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad.”

En muchas ocasiones, tenemos como objetivo que los demás hagan algo o se comporten de determinada forma. Si lo conseguimos, se podría decir que tenemos cierto poder sobre ellos. La tesitura de la guerra quiere conseguir estos objetivos con la violencia física. En la vida, se dan situaciones mixtas de cooperación y conflicto y, en ocasiones,  ambas partes tienen interés un actuar coordinadamente o en llegar a un acuerdo. El pacto supone ceder la aspiraciones maximalistas y obtener una contrapartida de la otra parte. Hay más poder por explorar en la vía de la negociación, que en la vía de la guerra.

Guerra y política. Medios y fines

La frase más famosa, casi un slogan, de este libro de Clausewitz es la siguiente: “la guerra es una mera continuación de la política por otros medios.” Es interesante porque Foucault, filósofo posmoderno, en Genealogía del racismo afirmó “la política es la mera continuación de la guerra por otros medios.”

Esta visión suele ser criticada por ser una visión de tono belicista. La cuestión no es si la guerra tenga como objetivo imponer nuestra voluntad al enemigo, sino más bien si el objetivo de la política debiera ser imponerse a la voluntad de los adversarios. Si se acepta que la guerra es violenta y la política es pacífica, los objetivos de ambas pueden no tener que coincidir.

Existen concepciones de la política que van desde las que la conciben, de forma conflictivista, como una forma de favorecer a los amigos y perjudicar a los enemigos –Carl Schmitt– a los que la conciben, de una forma cooperativista, como una forma de lograr acuerdos, consensos, de moderación, en la línea del Elogio de la templanza de Norberto Bobbio.

Virtudes y genio militar

En De la guerra, Clausewitz se cuestiona “Si se plantea la pregunta  sobre cuál es la clase de intelecto que se halla más íntimamente asociado con el genio militar…nos muestra que en tiempos de guerra preferiríamos confiar el bienestar(…)antes a un mente inquisidora que una mente creadora, más a una mente generalizadora a la que se empecina en una sola dirección, más a una cabeza fría que a una ardorosa.”

Esta afirmación permite ciertas reflexiones a un nivel profesional y a un nivel personal. Los diversos roles profesionales desarrollan una serie de virtudes, disposiciones y hábitos que muestran que es un buen profesional en relación con modelos de excelencia que desarrollan unos criterios según cada campo. De esta forma, Clausewitz recomienda dentro del ámbito del buen profesional militar a alguien con una mente inquisidora, generalizadora y fría. Quizá las mentes creativas, unidireccionales y ardorosas  tengan mejor desarrollo en otros ámbitos profesionales.  Desde el punto de vista personal,  en la vida, hay personal de diversos perfiles de carácter y la cuestión clave es gestionar adecuadamente el conflicto y potenciar la cooperación.

Azar, firmeza y constancia

Una frase quizá sorprendente de Clausewitz es que “la guerra es el territorio del azar (…) El azar aumenta la incertidumbre que preside todas las circunstancias y llega a trastornar el curso de los acontecimientos.” Y, más adelante, afirma que “la firmeza denota la capacidad de resistencia de la voluntad frente a la dureza de un choque, la constancia en relación con la duración.”

La guerra es el territorio del azar es una consideración sobre los elementos imprevistos e imprevisibles. En toda interacción se pueden dar circunstancias no previstas y éstas pueden dar ventaja estratégica. El consejo es tener previstas las diversas eventualidades.

Sobre la firmeza, es conveniente mantener la propias posiciones en el curso de una negociación. El ritmo de las concesiones negociales es una señal de la debilidad o fortaleza del valor de reserva

Estrategia y táctica

El estratega militar Clausewitz ofrece definiciones para estrategia y táctica de esta forma: “se derivan así dos actividades distintas: preparar y conducir individualmente estos encuentros aislados, y combinarlos unos con otros para alcanzar el objetivo de la guerra. La primera de estas actividades es la llamada táctica la segunda se denomina estrategia.”

De estas definiciones se puede extraer que estrategia es una combinación de medios para conseguir un objetivo –la victoria-, mientras la táctica está vinculada con los encuentros entre los contendientes. En las relaciones profesionales, un exceso de tacticismo puede llevar a malograr los objetivos a medio y largo plazo. La forma de ser estratega –conseguir unos objetivos a través de unos medios- a lo largo del tiempo, en el ámbito profesional, requiere de virtudes como la prudencia, la empatía y la moderación. Las tácticas, que llevan resultados a corto plazo, suelen ser descubiertas y ser un demérito para quienes las practican.