Por qué leer a los clásicos

"Un clásico es un libro que nunca termina de decir que lo que tiene que decir" I. Calvino
“Un clásico es un libro que nunca termina de decir que lo que tiene que decir” I. Calvino

 

En un delicioso ensayo, el escritor Italo Calvino se plantea “Por qué leer a los clásicos”. Vivimos tiempos donde parece que prime la novedad y se olviden algunas cosas. En este ensayo, el escritor italiano reivindica el valor de los textos clásicos. En este sentido, afirma “Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado (o más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres).”

No cualquier libro es un clásico. Pero acercarse a un clásico es aprender o quizá identificar qué parte del conocimiento o del bagaje de cada cual estaba ya en aquel libro tan famoso. Así, Calvino afirma “los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad”. Aproximarse a un texto clásico no es un ejercicio de adhesión acrítica, más bien es un reconocimiento y puede servir como toma de posición. En este sentido, el autor italiano sostiene “Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él.”

Analizaremos a continuación dos célebres máximas que han pasado a la Historia de las Ideas como clásicas, aplicadas al contexto de la estrategia. La primera se debe a Thomas Hobbes en su obra Leviatán. Quien no ha escuchado que “el hombre es un lobo para el hombre”. Esto describe la circunstancias del Estado de naturaleza, una situación donde no hay Estado, ni Derecho, ni pactos, ni promesas…Es una guerra de todos contra todos. ¿Nos gustaría vivir allí? Parece que la convivencia con la amenaza de un conflicto constante no genera estabilidad, ni confianza. En esa situación, los seres humanos acceden a pactar y renuncian a su libertad natural a cambio de unas condiciones. Aquí ya aparecen algunas nociones estratégicas como que el pacto surge para evitar el conflicto o que las condiciones del pacto social dependerán del coste de oportunidad – o sea, de cómo sea la situación para los individuos en la situación alternativa del Estado de Naturaleza-.  En el caso de Hobbes, el Estado de Naturaleza, es un guerra constante entre lobos, los seres humanos pactan renunciar a su libertad natural, a cambio de la paz y la seguridad. Sin embargo, existen otras versiones del Contrato Social donde las condiciones son diferentes, como es el caso de Locke –donde el Pacto implica la noción de derechos individuales- y Rousseau –que considera que hombre es bueno por naturaleza y el Pacto implica someterse a la voluntad general-.

La segunda máxima se debe a Aristóteles en su obra Política afirma que “el hombre es un animal político”. Eso significaba que el ser humano en un animal de la polis, se interpreta como que es un ser social. Sólo en el contexto de la sociedad, el hombre puede desarrollar plenamente sus capacidades. Esta máxima permite lecturas más o menos descontextualizadas. Voy a ofrecer una que se vincula con cuestiones de estrategia. Como animal político, el ser humano se mueve en situación de cooperación y/o conflicto. La mayoría de escenarios combinan elementos cooperativos y competitivos. El elemento clave es la interdependencia. Habría varias definiciones para este concepto, pero el fenómeno es conocido. Dependemos de los demás para nuestros objetivos y los demás dependen de nosotros para sus objetivos. El uso estratégico de la interdependencia es el poder de convicción de cada cuál para alcanzar sus objetivos de la forma más compatible posible con los objetivos de los demás. Lo cual dependerá de los diversos escenarios cooperativos/conflictivos y para cada situación se deberá desarrollar una estrategia específica.

Para terminar, una reflexión de Italo Calvino: “es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone.”

 

Todos somos filósofos, pero ¿somos todos estrategas?

Andamios para las ideas.

Todos somos filósofos. Esta afirmación le puede sorprender un poco.  No es algo que se diga habitualmente. Tampoco parece hablarse mucho de Filosofía. En la superficie.

Habría que distinguir entre la Filosofía académica y la Filosofía como forma de vida. La primera se concibe habitualmente como un territorio complejo solo para estudiosos. La segunda nos dice que “todos somos filósofos”. La actitud esencialmente filosófica es preguntarse el porqué de las cosas. La curiosidad y la inquietud en el campo de las ideas. Todos, en mayor o menor medida, tenemos esa curiosidad. Todos llegamos a unas certezas, a un alfa y un omega, a una brújula para ir por la vida. Eso es después de que la mayoría nos hayamos hecho muchas preguntas. Por eso, en cierta forma, aunque no lo sepamos, todos somos filósofos.

Pero ahora viene la segunda parte, ¿somos todos estrategas? Comúnmente asociar estrategia al comportamiento de las personas tiene connotaciones morales negativas. Pero si analizamos un poco esto no tiene por qué ser así. Estrategia alude a una correcta adecuación entre medios y fines. El strategos era el líder del ejército de la polis en la Antigua Grecia. La primera acepción de estrategia tiene que ver con la guerra y la paz. De la estrategia militar ha pasado a la Teoría de Juegos y de allí a la estrategia de los negocios o la estrategia de la política.

La estrategia tiene que ver con definir objetivos, tener un plan, se explica por la interdependencia de las conductas de las partes implicadas, alude a escenarios de cooperación y/o conflicto. La historia de la ideas contiene reflexiones relevantes sobre estrategia que pueden ser útiles para los negocios, la política y la vida. Esperamos ir desarrollando estas ideas. Bienvenidos/as a Estrategia Minerva!