Cómo enforcarse hacia la felicidad

Dar por el placer de dar y no decepcionarse por la ingratitud es un consejo de Dale Carnegie para poder ser feliz

El escritor de éxito, Dale Carnegie, escribió una obra titulada “Cómo suprimir preocupaciones y disfrutar de la vida”, a partir de sus experiencias vitales desde el  tránsito de un trabajo que le aportaba poco, a un empleo gratificante y que le suponía un reto estimulante, aunque no era lo que él buscaba en un principio.  Uno de los apartados de ese libro, se titula “Siete modos del cultivar una actitud mental que nos procurará paz y felicidad”. A continuación, se analizarán sus sietes reglas con comentarios al estilo Estrategia Minerva:

Regla 1.- Piensa y actúa animosamente y te sentirás animoso. 

Las acciones exitosas son antes ideas o proyectos. Los pensamientos y acciones se deberían concentrar en nociones positivas encaminadas al éxito más que a recrearse en visiones negativas. De aquí podemos aprender de la ética de las virtudes: quien actúa virtuosamente, se convierte en virtuoso. La repetición de acciones se convierte en hábitos y la repetición en hábitos, moldea el carácter. Las virtudes son modelos de excelencia, relacionados con determinados ámbitos de las acciones humanas y son lo contrario de los vicios. La tarea de la educación es moldear el carácter, promocionando virtudes, como la visión positiva que aporta la animosidad.

Regla 2.- No tratemos nunca de pagar con la misma moneda a nuestros enemigos, porque si lo hacemos, nos haremos más daño del que hacemos. No perdamos jamás un minuto pensando en las personas que nos desagradan.

Frente a un ataque de la otra parte, se puede reaccionar con un ataque recíproco o sea, la vía del ‘ojo por ojo’. Es una forma primitiva de respuesta, que tiene sus partidarios, pero moralmente te pone a la misma altura del agresor, ya que utilizas sus mismas armas. Otra posibilidad es aplicar la Regla de Oro, una de sus formulaciones sostiene: “trata a los demás cómo te gustaría que te trataran a ti”.  Esto te lleva a ponerte en el lugar del otro y aprender desde ese punto de vista.  El consejo de no perder un minuto en las personas que nos desagradan es buenísimo: no consumir energías centrando la atención en aquellos que sólo aportan negatividad.  

Regla 3.- En lugar de preocuparnos por la ingratitud, no la esperemos. Recordemos que el único modo de ser feliz no es esperar gratitud, sino dar por el placer de dar.

A veces, ponemos las expectativas en los demás, y en gestos concretos, y acaban por desilusionarnos. Esta regla pone de relieve, las reglas de la reciprocidad -entendida de una forma cabal- que conducen a la felicidad: Primero se debe dar, por el placer de dar. Segundo, no poner las expectativas en los demás, ni esperar nada a cambio. Tercero, entonces, si se siguen los dos primeros puntos, la vida sorprende con algunas buenas reacciones de otras personas. El elemento clave es que la felicidad reside en dar y no en fijar las expectativas en los otros. Estos tres puntos se han de aplicar con sensatez para evitar ser explotado por determinadas personas.    

Regla 4.- ¡Cuenta tus bienes, no tus males!

En determinadas ocasiones, existen personas que lo ven todo negro, que solo ven el lado negativo de las cosas, empezando por sí mismos. La primera tarea consiste en hacer ver a esas personas la parcialidad/particularidad de su situación: la vida es siempre más amplia y nos permite también resaltar aspectos positivos de la misma situación. La prueba más evidente de esa parcialidad negativa -que a veces se vive-, es que otras personas, ante circunstancias similares, han reaccionado de forma diferente. Como dice el dicho popular: ”podemos ver el vaso medio lleno o medio vacío”.  Para poder interactuar de forma positiva hacia los demás -y hacia uno mismo- es mejor ver el vaso medio lleno.

Regla 5.- No imitemos a los demás. Encontrémonos y seamos nosotros mismos

A determinadas edades, especialmente en la adolescencia, los rasgos de la identidad están en formación y algunas personas optan por imitar determinados comportamientos, lo cual no siempre es bueno. Aquí cabe rescatar el concepto de autenticidad que analiza el filósofo canadiense Charles Taylor en su obra “Ética de la autenticidad”. Allí enfrenta a la autonomía, que sería una forma centrada en la elección y en el individuo, a la autenticidad. Este último ideal se basaría en que cada uno descubre su forma original de ser humano en diálogo con los demás. Es un descubrimiento de la propia originalidad en relación con otros, en una forma dialógica. Uno descubre cómo ser auténtico -su propia originalidad- en diálogo con los demás ya que estos forman horizontes de significado o marcos referenciales, en terminología de Taylor.

Regla 6.- Cuando el destino nos entregue un limón, tratemos de convertirlo en limonada

El siguiente punto, que también se aplica a la noción de autenticidad, es cuál es el papel de la libertad humana frente a las circunstancias. Esto enlaza con la clásica controversia filosófica entre determinismo y libre albedrío.  Pues bien, frente a las circunstancias que nos tocan vivir, caben dos opciones para desarrollar nuestra autenticidad como seres humanos libres: a) Aceptarlas; b) Luchar por transformarlas. Nuestra libertad consiste en aceptar el contexto en el que vivimos o bien, en actuar para transformar ese contexto. Una idea parecida se puede encontrar desarrollada por Erich Fromm en su obra “Miedo a la libertad”.

Regla 7.- Olvídate de ti mismo interesándose en los demás. Haz cada día una buena acción que provoque una sonrisa de alegría en el rostro de alguien

Existen personas que están centradas en sí mismas. El mundo solo lo ven exclusivamente a través de su prisma. Es bueno pensar en los demás e internar que estén lo mejor posible. Hay personas muy centradas en su familia, lo cual tiene una lógica, pero también es bueno interesarse por los demás y preocuparse por sus temas. Valores como solidaridad, voluntariado, altruismo, quizá no están de moda, pero ayudan a que esta sociedad no se convierta en la ‘república de los egoístas’.

Las virtudes de la atención plena: mindfulness

La atención plena es un ejercicio de autoconciencia contra distracciones.
La atención plena es un ejercicio de autoconciencia contra distracciones.

 

En su obra titulada “Focus. Desarrollar la atención para alcanzar la excelencia”, Daniel Goleman desarrolla una serie de elogios a la atención plena o mindfulness. La cual estaría dentro de las prácticas de autoconciencia a través de diversos ejercicios de meditación. La línea de fondo es que estos ejercicios y prácticas  refuerzan la capacidad de autogestión y de afrontar diversos temas de la vida profesional o personal.

Sobre el ejercicio de la atención plena

 Una de las cosas más importantes en la vida es saber distinguir lo importante de lo accesorio. Los asuntos cotidianos tienden a confundir y a distraer la atención. Las diversas prácticas de meditación tienen por objeto centrar la atención en un elemento y luchar contra las distracciones. Como afirma Goleman, “la enseñanza universal de la meditación insiste en que cuando nuestra mente divague –y nos demos cuenta de ello- la llevemos de nuevo al punto focal y la mantengamos ahí. Y cuando vuelva a distraerse, volvamos a hacer lo mismo. Y así una y otra vez”.

El ejercicio de la meditación tendría como objetivo luchar contra las distracciones y poder centrarse en lo importante. Y esta práctica recuerda a la estructura de las virtudes. Actuando virtuosamente, uno se convierte en virtuoso. La práctica puede modelar el carácter. Así, afirma el autor “el fortalecimiento del músculo de la atención depende de su ejercicio”.

Las diversas formas de meditación consiguen tener la mente concentrada con ejercicios de respiración o con la repetición de un mantra. Meditar se convierte en una forma de vinculación del cuerpo y el alma. Algunas religiones tradicionales han propuesto formas de meditación con un determinado contenido espiritual, que se vinculaba con ciertas prácticas que también se trasladan al territorio de la atención. El mindfulness realiza una adaptación de ciertos principios budistas.

En otro pasaje de Focus se puede leer: “el adiestramiento mental en el mindfulness desarrolla la capacidad de centrarnos, de forma ecuánime y no reactiva, en el presente observando nuestra experiencia instante tras instante. La práctica consiste en abandonar nuestros pensamientos sobre una cosa y, sin perdernos ningún aspecto concreto de esa corriente de pensamiento, abrir nuestra mente a todo lo que aparezca en el flujo de nuestra conciencia.”

Esto significa que la capacidad de centrar la atención (plena) en el presente, permite generar importantes sinergias. Un ejercicio de focalizarse, unos instantes, en el presente, desde una perspectiva distinta –fruto del ejercicio meditativo- permitirá afrontar de forma más adecuada pasado, presente y futuro. Son las virtudes de la meditación que pueden ayudar a consolidar y enfocar un proyecto vital. 

El poder del autocontrol

Una de las partes más sugestivas del libro Focus hace referencia a un experimento: “los resultados de este estudio claramente ponen de manifiesto que los niños que más autocontrol habían mostrado durante la infancia eran también los que al entrar en la treintena mejor se desenvolvían.” El autocontrol tiene que ver con la demora en las gratificaciones. Saber esperar un premio merecido o comerse enseguida una golosina. Se han dado diversos experimentos que ponen de manifesto la relevancia del autocontrol.

De esta forma, Goleman afirma “el autocontrol infantil demostró ser, por lo que respecta al éxito financiero, un predictor más fuerte que el CI o la clase social de la familia de origen. El autocontrol no solo constituye un predictor del resultado académico, sino también del ajuste emocional, las habilidades interpersonales, la sensación de seguridad y la adaptabilidad.”

Desde la visión de Aristóteles, se afirma que la virtud está en el medio entre dos vicios uno por defecto y otro por exceso. El autocontrol supone educar a los niños en la moderación, pero no como una imposición sino como algo que surja de su interior. Quizá no haya algo tan difícil de hacer entender a un niño y puede ser clave en su futuro. Educar para tomar decisiones por sí mismo que serán mejores que una gratificación instantánea.

Niveles de empatía

La autoconciencia tiene su reverso en la empatía, donde Goleman distingue tres niveles: Empatía cognitiva que permite asumir la perspectiva de otras personas, entender su estado mental y gestionar al mismo tiempo, nuestras emociones, mientras valoramos las suyas. Empatía emocional nos permite conectar con otras personas hasta el punto de sentir lo mismo que están sintiendo y experimentar en nuestro cuerpo, un eco de cualquier alegría o tristeza que estén experimentando. Preocupación empática va todavía más allá y nos lleva a ocuparnos de los demás y ayudarlos, en caso que sea necesario.

Las perspectiva de las otras personas es relevante para el éxito de nuestros proyectos.  Desde un enfoque egoísta,  tener información de los demás y conocer sus puntos de vista e, incluso, ponerse en su lugar son consejos útiles para llevar a buen puerto los diversos planes. Desde una visión altruista y solidaria, además de conocer e internalizar los puntos de vista y situaciones de los demás se requiere una implicación con acciones concretas hacia ellos. La preocupación empática sería una manifestación de solidaridad y compromiso, pero también sería una forma alternativa de gestionar los asuntos, que puede suponer mejores resultados a medio y largo plazo.

Aprender a meditar focalizados en el presente, luchando contra las diversas distracciones, es una forma de elegir prioridades a través del ejercicio de autoconciencia. Desarrollar la empatía nos permite pasar la atención del “yo” a los “otros” y aportar soluciones inteligentes y creativas que incorporen, en la medida de lo posible, las varias perspectivas implicadas.

De ‘ama a tu enemigo’ a la balanza de Hobbes

La balanza de Hobbes sirve para aplicar su versión de la Regla de Oro
La balanza de Hobbes sirve para aplicar su versión de la Regla de Oro

 

La Regla de Oro de la Humanidad ha recibido diversas formulaciones a lo largo del tiempo. La mayoría de religiones suelen incorporar algún principio similar y también ha habido formulaciones laicas en las obras de algunos pensadores. Suele interpretarse como una apelación al principio de reciprocidad y apertura a la empatía. Sin embargo, no todas las formulaciones de la Regla de Oro tienen los mismos matices e implicaciones.

En nuestra cultura, es influyente la versión religiosa de la Regla de Oro que se ofrece en los Evangelios. En el Sermón de la Montaña, Jesús da la versión cristiana de la Regla de Oro. De esta forma, afirma: “tratad a los demás como queréis que ellos os traten” (Lucas, 6, 31). Esta es una formulación clásica de la regla, pero el mensaje va más allá. Esta versión no se queda en la mera expectativa de reciprocidad, sino que apela a una forma de altruismo más extremo.

En este sentido, en el Sermón de la Montaña, Jesús afirma “amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra“ (Lucas, 6, 27-29).  Esta visión ha de contextualizarse como un mensaje para los creyentes, donde las acciones buenas de hoy serán recompensadas en el Cielo después de la muerte. Algunos podrían sostener que este enfoque es ingenuo y requiere de cierto grado de heroísmo.

Desde el punto de vista de la estrategia, se pueden hacer dos reflexiones. La primera es que, desde el punto clave de las relaciones entre ética y estrategia, la estrategia comprometida con la ética, puede no funcionar a corto plazo, pero suele funcionar a largo plazo. Dicho de otra forma,  una estrategia ética es una forma de hacer frente a las estratagemas.

La segunda reflexión es que no hay enemigo pequeño y que una forma de valorar a quien te odia, es aprender de él. Una de las primeras reglas de la estrategia es conoce a tu enemigo. Esto significa que deberías tener la mayor información sobre tu adversario. Además, has de reconocer sus méritos y valorarlos. Deberías identificar sus estrategias y, especialmente, sus estratagemas. Y de esta forma la mejor estrategia es aprender de tu enemigo. Y, esto, podría interpretarse quizá como una forma de valoración.

Una versión laica de la Regla de Oro la ofrece Hobbes en el Leviatán. En concreto, afirma su versión negativa cuando sostiene No hagas al otro lo que no quisieras que te hiciesen a ti. Es una regla relacionada con la consistencia lógica, la coherencia entre ideas y acciones y una aplicación del principio de reciprocidad.

En concreto, Hobbes utiliza la metáfora de los platillos de la balanza para comparar las acciones de los demás y las propias. De esta forma, afirma: “bastará con que,  cuando pondere las acciones de otros hombres para con él, si le parecen demasiado rigurosas, las ponga en un platillo de la balanza, y que ponga las suyas en otro, a fin de que sus propias pasiones y su amor propio no entren en el peso” (Hobbes, Leviatán, XV).

Parece que la balanza de Hobbes es una herramienta interesante para juzgar las acciones de los demás y las propias. Puede ser una forma imparcial de calibrar males. Pese al pesimismo de Hobbes sobre la naturaleza humana, él considera que esta balanza es un principio moral de gran relevancia.

La Regla de Oro tiene diferentes versiones e implicaciones. Es una apelación a la coherencia entre ideas y acciones. También señala una relación equilibrada entre el individuo y los demás basada en la reciprocidad. De la versión cristiana de ‘ama a tu enemigo’ se puede concluir que, en el ámbito de la estrategia, una estrategia ética es una forma de hacer frente a las estratagemas y se debe aprender de los adversarios. La balanza de Hobbes permite calibrar las acciones de los demás en función de nuestras propias acciones.  A la hora de actuar, la Regla de Oro es un criterio a tener en cuenta.