Modelo ético maquiavélico

La regla fundamental de Maquiavelo es el deseo de éxito
La regla fundamental de Maquiavelo es el deseo de éxito

 

El siguiente es el modelo ético maquiavélico. Es una versión extrema y particular del modelo ético consecuencialista. Está inspirado en la obra de Nicolás de Maquiavelo. Es curioso como de un pensador ha surgido un término maquiavelismo que la Real Academia define como “modo de proceder con astucia, doblez y perfidia”.  Maquiavelo no ha tenido demasiada buena prensa, pero el método ético maquiavélico es más común de lo que parece.

El lema más conocido de Maquiavelo es el fin justifica los medios pero esta atribución no es del todo adecuada porque esa frase no aparece en ninguna de sus obras.  Sin embargo, en El Príncipe, afirma:“(…) y en las acciones de todos los hombres, y máxime en las de los príncipes, cuando no hay tribunal al que reclamar, se juzga por los resultados. Haga, pues, el príncipe lo necesario para vencer y mantener el Estado, y los medios que utilice siempre serán considerados honrados y serán alabados por todos.” (Maquiavelo, El príncipe, XVIII).

El modelo ético maquiavélico afirma, como regla fundamental, el deseo de éxito y, en ese contexto, los fines elegidos son más importantes que los medios. Pero eso no significa que automáticamente el comportamiento deba ser inmoral. El Príncipe es un tratado sobre la naturaleza humana donde podemos aprender que el príncipe si quiere conseguir el éxito tiene que simular y disimular, pero finalmente actuar de acuerdo con la regla que le lleve al éxito.

Esto puede suponer una adhesión aparente a los valores, pero finalmente actuar de acuerdo con el pragmatismo. En uno de los pasajes más conocidos, Maquiavelo se plantea por “de qué forma tiene que mantener su palabra un príncipe” y ofrece una respuesta que está en su línea: “un señor que actúe con prudencia no puede ni debe observar la palabra dada cuando vea que va a volverse en su contra y que ya no existen las razones que  motivaron su promesa. Y si todos los hombres fuesen buenos este precepto no sería justo; pero puesto que son malvados y no mantendrían su palabra contigo, tú no tienes por qué mantenerla con ellos. Y a un príncipe nunca le han faltado razones legítimas para excusar su inobservancia” (Maquiavelo, El príncipe, XVIII).

Desde el modelo ético deontológico se replicaría que se deben mantener siempre las promesas y se debe decir siempre la verdad.  Si analizamos el escenario según Maquiavelo, deben darse tres circunstancias que aconsejan no cumplir una promesa:  a) Se pueda volver en contra de quién la formuló; b) No existen las razones que la motivaron; c) Los hombres son malvados y no cumplirían su palabra contigo. El segundo motivo es el más fuerte y podría ser invocado si realmente  ya no existen los motivos que originaron la promesa. El primero debería haber sido previsto adecuadamente y sobre el tercero, se podrían encontrar ejemplos que afirmen lo contrario.

Existen varias interpretaciones sobre Maquiavelo. La versión maquiavélica de Maquiavelo nos sitúa a un autor diabólico, inmoral, anticristiano, que justifica cualquier acción para conseguir sus objetivos. La versión republicana de Maquiavelo afirma que era un patriota, que quería defender ante todo el Estado y consideraba que el Príncipe debía tener virtudes civiles y políticas y no religiosas.

Por este motivo algunos consideran que es el fundador de la Ciencia Política, porque considera que la política tiene sus propias reglas, distintas de la ética y la religión.

Desde la visión estratégica, Maquiavelo ofrece lecturas, dudas y reflexiones interesantes. Por ejemplo, encontramos este interesante consejo para estrategas: “hay que ser un zorro para conocer las trampas, y un león para amedrentar a los lobos” (Maquiavelo, El príncipe, XVIII). Pero quizá el elemento clave dentro de la estrategia es cómo actuar frente a alguien maquiavélico.  La primera y más difícil tarea será identificarlo por que como afirma Aranguren “un maquiavelismo confesado se anularía en cuanto tal: para ser eficaz tiene que se hipócrita y rendir tributo a la virtud” (Aranguren, José Luis, Ética y Política)

El estratega debe estar alerta y, por ejemplo, establecer mecanismos de comprobación imparcial de las diferentes operaciones. Se podría dar el caso de alguien buscando su éxito, fingiendo conformidad, no cumpliera su palabra. Se deben desarrollar estrategias para prevenir estas situaciones. Maquiavelo nos señala que si aprendemos de las cualidades del zorro y del león nos podemos acercar más al éxito.

 

 

Por qué leer a los clásicos

"Un clásico es un libro que nunca termina de decir que lo que tiene que decir" I. Calvino
“Un clásico es un libro que nunca termina de decir que lo que tiene que decir” I. Calvino

 

En un delicioso ensayo, el escritor Italo Calvino se plantea “Por qué leer a los clásicos”. Vivimos tiempos donde parece que prime la novedad y se olviden algunas cosas. En este ensayo, el escritor italiano reivindica el valor de los textos clásicos. En este sentido, afirma “Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado (o más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres).”

No cualquier libro es un clásico. Pero acercarse a un clásico es aprender o quizá identificar qué parte del conocimiento o del bagaje de cada cual estaba ya en aquel libro tan famoso. Así, Calvino afirma “los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad”. Aproximarse a un texto clásico no es un ejercicio de adhesión acrítica, más bien es un reconocimiento y puede servir como toma de posición. En este sentido, el autor italiano sostiene “Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él.”

Analizaremos a continuación dos célebres máximas que han pasado a la Historia de las Ideas como clásicas, aplicadas al contexto de la estrategia. La primera se debe a Thomas Hobbes en su obra Leviatán. Quien no ha escuchado que “el hombre es un lobo para el hombre”. Esto describe la circunstancias del Estado de naturaleza, una situación donde no hay Estado, ni Derecho, ni pactos, ni promesas…Es una guerra de todos contra todos. ¿Nos gustaría vivir allí? Parece que la convivencia con la amenaza de un conflicto constante no genera estabilidad, ni confianza. En esa situación, los seres humanos acceden a pactar y renuncian a su libertad natural a cambio de unas condiciones. Aquí ya aparecen algunas nociones estratégicas como que el pacto surge para evitar el conflicto o que las condiciones del pacto social dependerán del coste de oportunidad – o sea, de cómo sea la situación para los individuos en la situación alternativa del Estado de Naturaleza-.  En el caso de Hobbes, el Estado de Naturaleza, es un guerra constante entre lobos, los seres humanos pactan renunciar a su libertad natural, a cambio de la paz y la seguridad. Sin embargo, existen otras versiones del Contrato Social donde las condiciones son diferentes, como es el caso de Locke –donde el Pacto implica la noción de derechos individuales- y Rousseau –que considera que hombre es bueno por naturaleza y el Pacto implica someterse a la voluntad general-.

La segunda máxima se debe a Aristóteles en su obra Política afirma que “el hombre es un animal político”. Eso significaba que el ser humano en un animal de la polis, se interpreta como que es un ser social. Sólo en el contexto de la sociedad, el hombre puede desarrollar plenamente sus capacidades. Esta máxima permite lecturas más o menos descontextualizadas. Voy a ofrecer una que se vincula con cuestiones de estrategia. Como animal político, el ser humano se mueve en situación de cooperación y/o conflicto. La mayoría de escenarios combinan elementos cooperativos y competitivos. El elemento clave es la interdependencia. Habría varias definiciones para este concepto, pero el fenómeno es conocido. Dependemos de los demás para nuestros objetivos y los demás dependen de nosotros para sus objetivos. El uso estratégico de la interdependencia es el poder de convicción de cada cuál para alcanzar sus objetivos de la forma más compatible posible con los objetivos de los demás. Lo cual dependerá de los diversos escenarios cooperativos/conflictivos y para cada situación se deberá desarrollar una estrategia específica.

Para terminar, una reflexión de Italo Calvino: “es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone.”