Isidoro de Sevilla, orígenes de las palabras

En Etimologías, isidoro de Sevilla estudia el origen de las palabras.

 

En el siglo VII d. C., sobresale la figura de Isidoro de Sevilla. Tras la caída del Imperio Romano, en el contexto de la Hispania visigoda, existen pocas figuras intelectuales de su relevancia. De un saber erudito, que unía fuentes clásicas y cristianas, fue autor de varias obras que compilaron los conocimientos de la época. La más importante de éstas, se denomina Etimologías y constituye una auténtica enciclopedia en las disciplinas de su tiempo como, entre otras, la gramática, la retórica, la matemática, la medicina, las leyes, la agricultura o la arquitectura.

Es una obra que, en un inicio, iba a llamarse Orígenes porque “estudia el origen de los vocablos ya que mediante su interpretación se llega conocer el sentido de las palabras y los nombres.” Tiene una finalidad enciclopédica con un método filosófico. Y entre sus páginas se encuentran algunos términos de origen griego o latino que, en la actualidad, siguen marcando el abc de muchas disciplinas. Algunos enfoques, ideas y matices no llevan tan bien el paso del tiempo, pero es interesante darse cuenta de este contraste.

La matemática se define como la ciencia que “se dedica la estudio de la cantidad abstracta” y en la que se incluyen, por influencia clásica, la aritmética, la música, la geometría y la astronomía. Es maravilloso el capítulo que se llama “acerca del hombre y los seres prodigiosos”, donde se incluye información sobre seres como gigantes, sátiros, sirenas, cíclopes, hermafroditas, quimeras, hidras y centauros.

En el apartado “Acerca de la retórica y la dialéctica” se puede leer: “tres son los tipos de procesos: el deliberativo, el demostrativo y el judicial. El tipo deliberativo es aquel en que se debate lo útil para la vida, qué es lo que debe o no debe hacerse. En el tipo demostrativo se presenta una persona que es digna de alabanza o reprensión. En el judicialse emite una sentencia de castigo o recompensa sobre algo realizado por una persona.”

El tipo deliberativo tiene este nombre porque en él se “delibera” sobre cada una de las cosas. A su vez entraña una doble clase: la persuasión y la disuasión, es  decir, si debe desearse algo o debe rechazarse. En el tipo demostrativo, se da la alabanza o la censura de una persona. Y añade “la persuasión precisa de otra persona, mientras que la deliberativa puede realizarla uno consigo mismo. En la persuasión, dos cosas son de gran peso: la esperanza y el temor.”

En los medios de comunicación tradicionales, y en los nuevos medios de internet, se realizan estos procesos deliberativos, demostrativos y judiciales, a veces de forma sutil y, en otras, de forma más grosera. Los medios educan y señalan los límites de lo permitido y lo prohibido, lo alabable y lo censurable. Pero la forma de plantear estos objetivos no siempre es directa y explícita, especialmente en los medios audiovisuales y digitales que utilizan otros lenguajes mediáticos. Algo especialmente relevante para la ética periodística son los “juicios paralelos”, las fake news y la noción de posverdad.

Se debería aprender a deliberar con criterio adecuado en una sociedad de personas libres e iguales, sin que los medios de comunicación sean un obstáculo, sino más bien una garantía para el escrutinio de la mejor persuasión y disuasión.

Inspirándose en Porfirio, Isidoro de Sevilla define al hombre como “animal racional, mortal, terreno, bípedo y con capacidad de reír” y añade que lo característico es que “únicamente el hombre tiene capacidad para reírse y, excepto él, ningún otro animal”.

El enfoque kantiano define al ser humano como racional y autónomo y el enfoque aristotélico como alguien con capacidad de sufrimiento. Dependiendo de cuál de estos enfoques se adopte, se puede considerar si la distancia entre el ser humano y el resto de los animales es mayor o menor. De esta definición de Isidoro de Sevilla de hombre lo característicamente humano es la “capacidad de reír”. El humor como algo definitorio de los humanos, nos remite a la controversia de si el humor tiene límites o no cabe limitar la libertad creativa en temas de humor. Como se planteó en el caso Makoki donde se unía humor con lenguaje del odio.

En otro pasaje de Etimologías se puede leer “Filosofía es el conocimiento de las cosas humanas y divinas, acompañado de llevar una vida irreprochable.” Más adelante, especifica que el filósofo es “el que observa todas las reglas del bien vivir”.

Esto plantea la distinción entre Filosofía como quehacer académico y como actividad, cuya unión estaba vigente en el mundo clásico. Se demandaba una coherencia entre la Teoría y la Práctica, entre las palabras y las acciones. Quizá la vida privada de los filósofos ha dejado de interesar desde la famosa obra de Diógenes Laercio titulada Vida de filósofos ilustres, pero está de actualidad el escrutinio de la vida privada de los políticos, en tanto afecte a los asuntos públicos.

Cabe señalar que a los políticos, como representantes públicos, se les puede pedir coherencia entre sus planteamientos públicos y sus comportamientos privados y  ejemplaridad, por la especial posición que el impacto público de sus palabras y acciones puede tener en el resto de la población.

Más adelante puede leerse “el foro es el lugar donde se resuelven las querellas jurídicas. Su nombre deriva de fari (hablar).” “Se dice negotium en el sentido de nec otium, “sin ocio”. Cuando se trata de litigios jurídicos, se emplea el término negotium; y se reserva el de negotatiato para los asuntos comerciales, en los que se da algo para obtener una mayor ganancia.”

Esta diferencia entre el pleito jurídico –negotium– y los asuntos comerciales –negotiato– pone de manifiesto lo que, en Teoría de la Negociación, ocurre con las consecuencias de que la Zona de Posible Acuerdo –ZOPA- se define a partir de la distancia entre la Mejor Alternativa a No Negociar (BATNA por sus siglas en inglés) de cada una de las partes. En este contexto, el dicho de “mejor un mal acuerdo que un buen pleito” puede tener sentido si las partes pueden ganar algo en la cooperación mutua, pero, en ocasiones, seguir la vía judicial es la única forma de que se haga justicia o se restablezca un derecho.

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